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El Desafío del Evangelismo Personal 

Autor: William MacDonald

  La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE1978 – Estudio Bíblico
El Desafío del Evangelismo Personal (1ª parte)



Quiero saludarles muy cordialmente, queridos amigos oyentes, antes de comenzar con el tema de hoy.

Testificar de Cristo es una forma de vida. Sólo por el hecho de ser cristiano, uno se vuelve testigo de Cristo. Ahora, puede que sea un buen testigo o no, pero no podrá evitar dar testimonio. En Hechos 1:8 leemos que Jesús dijo:“… me seréis testigos…”Nuestro testimonio es importante, ya que podemos tener un impacto considerable en aquellos que no conocen a Cristo. La cuestión no es cuándo o dónde testificar; sólo con ser cristianos, somos testigos. Pero, ¿cómo podemos llegar a ser mejores comunicadores del evangelio? En principio, conocer la verdad es esencial para un testimonio efectivo. Como dice Juan 8:32:“… conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Vivimos en un tiempo de métodos, y por esta causa nuestro evangelismo también se ha centrado en ellos. Muchos han asistido a seminarios para aprender mejores métodos de evangelismo, pero aun así la iglesia se ha debilitado en su entendimiento del contenido del mensaje, y además en su habilidad para comunicarlo. Hemos olvidado que el Nuevo Testamento define “evangelizar” como hablar, declarar, o anunciar buenas noticias.” Las noticias, como la palabra misma lo indica, implican un contenido. Cualquier presentación frente a los que no son salvos debe tener un contenido basado en la Biblia.

En primer lugar:DIOS – EL SANTO Y AMOROSO CREADORNo podemos asumir que el concepto que la gente tiene hoy día sobre Dios sea el apropiado. Debemos hacerles ver que Él tiene absoluto derecho sobre sus vidas, volverles al concepto de que cada uno de nosotros pertenecemos a Dios. Deberíamos hablarles de un Creador soberano, quien hizo todas las cosas a partir de la nada, quien nos crea y sostiene en Su voluntad para que dependamos de Él en todo (esto lo vemos en Gn. 1-2; Hechos 17:25; Is. 40:28; y Sal. 100:3). De este fundamento provienen los dos grandes pilares de Su ser ­– la luz y el amor. La luz habla de la majestad, la verdad y la santidad de Dios (de la cual se nos habla en 1 Jn. 1:5; y en 1 Ti. 6:15 y 16). Además, nuestro Dios es un Dios de amor. Por amor nos creó, a su imagen, para que pudiéramos tener comunión con Él. Es así, entonces, que la única respuesta apropiada de nuestra parte es la adoración (a la que nos exhorta Dt. 6:4 y 5)

En segundo lugar:EL HOMBRE – LA CRIATURA PECAMINOSAEl hombre desobedeció a Dios y se rebeló voluntariamente. A esto, la Biblia le llama pecado. Nosotros debemos definir el pecado y hacer ver sus consecuencias a este mundo perdido.

El pecado está compuesto de dos partes: la primera es actuar y pensar que soy mi propio dios, y así vivir como si Dios no existiera. Romanos 1:21 identifica esta actitud cuando define al pecado como una forma de no adorar a Dios, ya que haciendo esto negamos todo lo que Dios nos ha revelado acerca de sí mismo. La segunda parte, es que el pecado significa rebelarse contra Dios, quebrantar su ley. Mencionar los Diez Mandamientos al evangelizar, ayuda a la gente a sentirse culpable por su pecado, y crea el deseo del perdón que sólo se encuentra en Cristo (podemos mencionar Ro. 3:12; Stg. 2:10; y Jer. 17:9).

La consecuencia del pecado es la muerte. La Biblia habla de la muerte como una separación espiritual y física, ya que estos dos elementos, espíritu y cuerpo, cuando se unen, comprenden la esencia de la vida. La muerte física es la separación del cuerpo. Los síntomas de una enfermedad y el sufrimiento físico indican que una muerte física se aproxima. La muerte espiritual significa la eterna separación de Dios y los síntomas previos a este tipo de muerte incluyen el odio, la guerra, la aberración, el despropósito, la culpa y la desesperación (podemos leer Is. 59:2; y Ef. 2:1).

En tercer lugar: CRISTO– EL REDENTOR MISERICORDIOSOCuando usted lee el Antiguo Testamento puede ver claramente que Jesucristo vino para cumplir tres roles: ser profeta, sacerdote y rey. En el evangelismo de los últimos cientos de años, se ha tendido a hablar sólo de su rol como Salvador. Esto ha llevado a que muchas personas tomen “decisiones por Cristo” muy superficiales.

Debemos presentar a Cristo en sus tres roles – su vida perfecta, su muerte sacrificial, y su resurrección victoriosa.

Como profeta, Él mostró a Dios a través de sus enseñanzas y su vida (como podemos ver en Dt. 18:15 al 19; Jn.1:14 al 18; y 7:16 al 24). Su vida perfecta lo hizo aplicable para sustituirnos como sacrificio.

Por otra parte, el rol del sacerdote era representar al pueblo frente a Dios. Debemos presentar la cruz no como una vaga demostración del amor de Dios, sino como el lugar histórico donde Dios, a través de la muerte de su Hijo, asumió el pecado de todo el mundo. Dios sigue siendo justo y santo, y aun así nos ama por causa de Cristo, quien cargó con nuestros pecados (1 P. 2:24; y He. 7:27; y 10:10).

También debemos hablar de su labor como Rey. El Nuevo Testamento se refiere a Jesucristo como “Salvador” veinticuatro veces, pero lo llama Señor 694 veces – más de veintiocho veces por cada mención como “Salvador.” Todos los que aceptan a Jesús como Salvador deberían aceptarlo también como su Rey. Jesús vive para gobernar a su pueblo en amor y en verdad (lo vemos en Mt. 25:24; Hch 2:36; y Ap. 5).

En cuarto lugar:NUESTRA NECESARIA RESPUESTA A LA SALVACIÓNYa que la única esperanza del hombre es ser salvo por la obra consumada de Cristo, ¿cómo puede un hombre llegar a conocer a Cristo como Salvador? Debemos inducir al no creyente a reconocer en su mente y en su corazón que es culpable delante de Dios y que merece Su juicio. Debe reconocer su rebelión contra Dios, y arrepentirse, confiando en la obra redentora de Cristo. Debe darse cuenta que no puede hacer nada para ser aceptable delante de Dios por sus propios medios. Entonces, le invitamos a poner su confianza en Cristo y descansar en Él como Salvador (apoyándonos en Jn. 1:12; y 3:16; y en Ef. 2:8 y 9).

Tenemos que despedirnos, pero en el próximo programa, continuaremos con este tema, y veremos algunos puntos clave para recordar. ¡Qué pasen muy bien y que Dios les bendiga! Hasta la próxima!

 

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