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Titulo: El camino a la perfección
Autor: Wim Malgo
  Nº: PE845

Locutor: Herman Hartwich 

Discernamos la oscuridad no provocada por el pecado, por la cual los hijos de Dios tienen que pasar.

Lo decisivo en medio de todo esto, es si yo realmente, sin ver ni sentir, me aferro a las inagotables promesas de Dios.


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El camino hacia la perfección (parte 4) 3 de 5

Hoy, estimado amigo, queremos empezar el estudio haciéndonos la siguiente pregunta: 

¿Cómo podemos andar en la luz?

La característica de una persona que comienza a andar en la luz es que, constantemente y sin consideración, se expone a la luz. No hace discursos de defensa por lo que ha hecho en la oscuridad, sino que lo trae todo a la luz y dice: “Esto tiene que ser condenado, esto no pertenece a Jesucristo.'' Este es el camino para permanecer en la luz. En 1 Juan 1:7 está escrito: “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.'' Esto significa: No permitas en tu vida cosas que no hayan sido puestas en orden, no trates de embellecerlas ni de aseverar que no eres culpable. Juan exclama: “Si has pecado, confiésalo. Anda en la luz y tendrás comunión con todos a tu alrededor.'' La simpatía natural, entonces, ya no tendrá importancia. ¡Pon atención, por un momento, a cómo Dios cambió tu actitud con respecto a otras personas desde que fuiste lleno del Espíritu Santo! ¿No es verdad que tienes comunión con personas por las cuales, por naturaleza, no te sentirías atraído? ¡Ahora tienes comunión con todo el que anda en la luz! Luz es la descripción de un carácter abierto, bello y moralmente sin defecto, según el juicio de Dios. Y si andamos en luz, la “sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado''. Si esto se hace realidad en tu vida, el Dios todopoderoso no hallará nada condenable en ti. ¡Entonces serás más que vencedor por medio de Aquél que nos amó! ¡El Señor te dé gracia para llegar a la luz, para que la sangre de Jesús te limpie de todo pecado!

Discerniendo la oscuridad

Retornemos a las oscuridades no provocadas por el pecado, por las cuales los hijos de Dios tienen que pasar. Varios Salmos trasmiten la situación interior de muchos hijos de Dios en estos tiempos postreros, por ejemplo, el Salmo 143:3-4: “Porque ha perseguido el enemigo mi alma; ha postrado en tierra mi vida; me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos. Y mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón.'' Este sentimiento de ser perseguido y acosado no es imaginación, sino un hecho. ¡Lo decisivo en medio de todo esto es si yo realmente, sin ver ni sentir, me aferro a Sus inagotables promesas! El siguiente versículo te anima a esto: “Paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros'' (2 Cr. 20:17). Por lo tanto, ¡no debemos huir sino acercarnos y permanecer firmes! Porque “el que creyere, no se apresure'' (Is. 28:16b). Si el Señor te hace pasar por un valle oscuro, con todas sus amenazas no tangibles, entonces espera y confía en El. ¡Permanece en pie por la fe! ¡Aférrate al Señor y no huyas!

Es importante reconocer, sin embargo, lo que pretende el enemigo con sus maniobras. Pablo dice al respecto: “…pues no ignoramos sus maquinaciones'' (2 Co. 2:11). ¿Está él afligiendo tu alma y tus sentimientos? ¡Estas son tentaciones indirectas, por las cuales nuestra mirada de fe se desvía, sin que lo notemos, del Señor invisible a lo visible y tangible! El Señor permite estas tentaciones para probar y purificar nuestra fe. Porque, justamente, durante estas oscilaciones de ánimo debemos exclamar por la fe: “¡Aunque mis sentimientos digan mil veces no, de todas maneras, Su Palabra es más confiable!''

Mas, como hijos de Dios, no sólo en el área del alma somos conducidos a través de la oscuridad. También el espíritu renacido, el cual es el asentamiento y la morada del Espíritu de Dios, parece, a veces, como abandonado por el Señor. Entonces cae en las profundidades de la desesperación. Estos hijos de Dios llevan en lo más profundo de su interior un gran dolor espiritual y una profunda tristeza, sin poder hablar de ello con su prójimo. Nadie entenderá lo que pasa en su interior. Pero el Señor Jesús dice de los que pasan por estas aflicciones: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación'' (Mt. 5:4). ¡Estoy profundamente convencido de que muchos hijos de Dios no tendrían que sufrir depresiones si de corazón dijeran sí a la comunión de Sus padecimientos! Pero, son justamente los más amados hijos de Dios los que tienen que pasar por la oscuridad espiritual. Pablo da testimonio de las consecuencias de tales sufrimientos: “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia'' (Col. 1:24). Estos sufrimientos en la oscuridad, a favor de la Iglesia de Jesús (la cual es Su cuerpo), son permitidos por Dios a propósito, por lo cual Satanás no sólo nos ataca indirectamente, sino también directamente.

Encontramos un ejemplo concreto de ello en Job: “Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová'' (Job 1:7-12). A continuación, este siervo de Dios fue atacado por poderes satánicos y sufrió graves daños. Sabemos que los diez hijos de Job murieron en un día _ y esto bajo la autorización de Dios! Pero Job, y esto es lo maravilloso, no decepcionó a su Señor. No murmuró, sino que se dice de él: “Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno'' (Job 1:20-22).

Por la fidelidad de Job y su inconmovible confianza en Dios en medio de la oscuridad, el Señor obtuvo la razón delante de Satanás. A pesar de que Job lloró la muerte de sus diez hijos, de ninguna manera aceptó las provocaciones del diablo, sino que Le dio la honra a Dios. Ya, en aquel momento, comenzaron a fluir los ríos de bendición del consuelo, porque Job se aferró, con perseverancia, al Señor. ¡Estos son los ríos de bendición que, una y otra vez, nos levantan y nos fortalecen!

A pesar de que Job se obstinaba en su oscuridad interior y decía: “Mis ojos se oscurecieron por el dolor, y mis pensamientos todos son como sombra'' (Job 17:7), en medio de las tinieblas se abrió, por la fe, el camino a la luz cuando, un poco más tarde, exclamó: “Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro…'' (Job 19:25-27).

Después de estas reflexiones, nuestro “verso clave'' llega a ser, aún, mucho más entendible: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios'' (Is. 50:10). ¡Esto hizo Job!

Es totalmente erróneo pensar que una persona renacida ya no esté expuesta a ataques satánicos. Justamente hoy, debemos tener en cuenta que la guerra de Satanás se dirige contra los Santos. ¡Pero Jesús es vencedor! ¡Su triunfo le pertenece al que puede creer! Si estás expuesto a ataques satánicos, entonces alégrate y di: “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo'' (1 Co. 15:57). ¡Así surgirá una maravillosa luz en tu oscuridad!

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