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Titulo: El camino a la perfección
Autor: Wim Malgo
  Nº: PE843

Locutor: Herman Hartwich 

En la Biblia encontramos diferentes pasajes, de los cuales se desprende claramente que la oscuridad es un acompañante necesario de la comunión con el Señor. Estas son las etapas en las cuales debemos aprender a creer y confiar, a pesar de no sentir ni ver nada.


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El camino hacia la perfección (parte 4) 1 de 5

El Caminar por el Valle Oscuro

En primer lugar quiero leer con usted, estimado amigo, en Isaías 50, versículo 10: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios''.

Aquí se describe la experiencia de las personas que temen al Señor y obedecen a la voz de Su siervo (Jesucristo). Estas personas contradicen el conocido coro “Siempre alegres, todos los días, días de Sol radiante'', ¡porque esto no es cierto! Todos los que verdaderamente siguen a Jesucristo, inevitablemente, serán probados con respecto a la autenticidad de su discipulado siendo, así, llevados por trayectos de oscuridad. El Buen Pastor dice con respecto a Sus ovejas: “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús'' (Jn. 10:4-6a). Pero, de sus oyentes, leemos: “…ellos no entendieron qué era lo que les decía'' (v. 6). Hoy, también, muchas personas no entienden las maravillosas profundidades que nos abre nuestro Buen Pastor cuando habla así! Pero, justamente, porque es tan importante escuchar Su voz y seguirle donde sea que vaya repite, otra vez, en el mismo capítulo, estas palabras: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen'' (Jn. 10:27). ¡Este es el secreto! Cuando tomas esta actitud de fe, diciendo: “Aunque haya oscuridad y tinieblas a mi alrededor y en mí mismo, quiero dar oídos a Su voz y confiar en Su segura dirección'', entonces puedes afirmar con el salmista: “Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento'' (Sal. 23:3-4).

Dios se manifiesta en el valle oscuro

Ahora, ya entendemos mucho mejor el mensaje de Isaías que hemos leído al comienzo de este programa: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.'' Cuando El habla a tu corazón, muchas veces lo hace en la oscuridad, tal como lo leemos en 2 Pedro 1:19: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.'' El Señor mismo, durante Su camino aquí en la Tierra, dijo algo muy profundo al respecto: “Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas'' (Mt. 10:27). La oscuridad de la cual el Señor Jesús habla aquí, no es la oscuridad provocada por el pecado o la desobediencia. Al contrario, con esto El se refiere a la oscuridad provocada por la intensidad de la luz. Porque existen tiempos en la vida de un discípulo de Jesús, donde nada le parece claro y donde no puede reconocer lo que debe hacer o decir. Tales tiempos de oscuridad sirven para el fortalecimiento del carácter y llevan a un conocimiento más profundo de Dios. ¡En tales situaciones tenemos que estar especialmente atentos a Su voz, mientras nosotros permanecemos callados! En la Biblia encontramos diferentes pasajes de los cuales se desprende, claramente, que la oscuridad es un acompañante necesario de la comunión con el Señor. Estas son las etapas en las cuales debemos aprender a creer y confiar, a pesar de no sentir ni ver nada: “Entonces mirará hacia la tierra, y he aquí tinieblas de tribulación'' (Is. 5:30b). Esto quiere decir que las circunstancias bajo las cuales vivimos oscurecen la clara luz que fue encendida en nuestro corazón. Pero, entonces, escuchamos Su voz y sabemos: ¡El Señor está presente!

Esta oscuridad, provocada por la intensidad de la luz, también la encontramos en el Monte de la Transfiguración: “Porque (Pedro) no sabía lo que hablaba, pues estaban espantados. Entonces vino una nube que les hizo sombra, y desde la nube una voz que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd. Y luego, cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo'' (Marcos 9:6-8). También, aquí, era la voz de Dios la que hablaba en medio de la oscuridad. Los discípulos estaban llenos de miedo. Pero, cuando miraron alrededor no vieron a nadie más, ¡sólo a Jesús! Una de las profundas razones por las que Dios te lleva, a menudo, por lugares oscuros, se encuentra en el Salmo 139:12: “Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz.''

El “no ver a nadie, sino sólo a Jesús'' tiene repercusiones inmediatas sobre nuestra forma de tratar a otras personas. Concretamente: No vemos a nadie sin ver, al mismo tiempo, a Jesús. Esto corrige radicalmente nuestros sentimientos, porque a través de nuestra comunión con El vemos a cada persona como perfecta. Entonces no conocemos ya a nadie según la carne, porque vemos a Jesús en el otro. No necesitamos ninguna experiencia de transfiguración para ver vileza, porque todos somos viles. No precisamos ninguna experiencia de transfiguración para ver pecados, pues somos pecadores. Pero necesitamos una experiencia de transfiguración para ver a Jesucristo en los viles, en los pecadores, en los decaídos y malos – y cuando aquí hablamos de malos, hablamos de personas salvas, que se encuentran en proceso de crecimiento y en las cuales, a pesar de todas sus debilidades, tenemos que ver al Señor Jesús y su obra. Se sobrentiende que el Señor solamente mora en una persona renacida y que no se puede ver, de ninguna manera, a Jesús en un incrédulo – de modo que se pueda decir de nosotros: “… cuando miraron, no vieron más a nadie consigo, sino a Jesús solo'' (Mc. 9:8b).

¡Esto es lo que encierra la comunión con Jesús! Es fácil ver en otros las manchas y los errores, porque vemos en ellos aquello por lo cual nosotros mismos somos culpados: “Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo'' (Ro. 2:1).

El valle oscuro enseña a escuchar Su voz

Muchas veces el Señor nos deja de lado, conduciéndonos a una aparente oscuridad. ¡Pero, en realidad, el nos atrae hacia Sí! Porque Moisés era amigo de Dios, él conocía el camino hacia El: “Entonces el pueblo se mantuvo a distancia, y Moisés se acercó a la densa oscuridad donde estaba Dios. Y Jehovah dijo a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde los cielos con vosotros'' (Ex. 20:21-22; R/V89). El Señor le habló a Su siervo Moisés desde la oscuridad – y El también te habla a ti cuando te encuentras en la oscuridad. ¡Qué consuelo!

Lo que dijo a Su pueblo lo leemos en Deuteronomio 5:22-23: “Estas palabras habló Jehová a toda vuestra congregación en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz; y no añadió más. Y las escribió en dos tablas de piedra, las cuales me dio a mí. Y aconteció que cuando vosotros oisteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos.'' Verdaderamente es así, como está escrito en el Salmo 97:2: “Nubes y oscuridad alrededor de él; justicia y juicio son el cimiento de su trono.''

Amigo que te encuentras en la oscuridad, que no tienes luz y andas en tinieblas, también a ti el Señor te dice las palabras de Isaías 43:1: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre; mío eres tú''. Y el Señor Jesús dice en Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.''

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