El camino hacia la perfección 3/11
21 febrero, 2008
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Titulo: El camino a la perfección
Autor: Wim Malgo
  Nº: PE830

Locutor: Herman Hartwich 

Es importante conocer la voluntad de Dios, como lo leemos en Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

Si hemos conocido esta voluntad de Dios en nuestra vida, entonces es necesario asumir un cambio de propiedad. ¿Qué significa esto?


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El camino a la perfección (parte2)

Cambio de propietario

A través de los años sirviendo al Señor, me di cuenta, que a muchos creyentes les falta aún una cosa. Si bien es verdad que dicen: “Oh sí, Señor, haz morada conmigo'', la mayoría no sabe lo que significa esto en realidad. Y usted, estimado amigo, ¿ha calculado el precio? ¿Qué diría si yo viniera ahora a su apartamento o a su propia casa, diciendo: “¡De ahora en adelante, yo habitaré aquí!'' Cierto, esto no se puede comparar. Pero, considéralo bien: ¡Si el Señor mismo viene y hace morada contigo, esto significa la entrega de todo lo que eres y tienes! ¿Has comprendido ahora lo que significan las palabras de Jesús: “…vendremos a él, y haremos morada con él''? A partir del mismo momento en que dices “sí'' y El entra en ti, Le entregas el pleno derecho para disponer de todas las cosas de las cuales, hasta ese momento, has dispuesto tú mismo.

Esto nos es mostrado, por ejemplo, en la conocida historia del joven rico en Mateo 19:16-23: “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adultearás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?'' Marcos 10:21a dice que el Señor Jesús lo miró y lo amó. Luego seguimos leyendo en Mateo 19:21: “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.'' Marcos añade aún las palabras: “…tomando tu cruz'' (Mr. 10:21). Mateo sigue: “Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos'' (v. 22-23).

Este joven se dirigió a la persona correcta con su preocupación: Vino a Jesús. Le hizo la pregunta exacta: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?'' (Mr. 10:17.) Y, también, recibió, del Señor Jesús, la respuesta antiguotestamentaria correcta: “Si quieres ser justo ante Dios, por tus hechos, guarda los mandamientos.'' Pero cuando el joven siguió con sus preguntas, diciendo: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?'', entonces, Jesús le mostró el camino hacia la perfección.

El camino hacia la perfección no es esfuerzo, sino entrega total de todas las cosas: “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.'' Entonces este joven rico retrocedió triste, “porque tenía muchas posesiones.'' ¡Si bien hizo la pregunta exacta, no tomó la decisión correcta!

El camino hacia la perfección no es esfuerzo, sino entrega total de todas las cosas. ¡El joven rico, bien hizo la pregunta exacta, no tomó la decisión correcta!

¿Y tú? ¿Quieres andar por el Camino de la Perfección? En otras palabras: ¿Quieres tú llegar a ser una morada del Señor? Si realmente estás dispuesto a ser perfecto, entonces, estás realizando lo que dice Hebreos 6:1: “Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección…'', es decir, a la entrega total. Concretamente, esto no sólo significa que El está contigo y que hace morada en ti, sino mucho más: que viene a habitar en medio de ti: “Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti…'' Hay que tener presente que, para Israel, el cumplimiento de esta maravillosa profecía todavía no ha llegado, pero que para nosotros, como miembros del cuerpo de Jesús. Leemos por ejemplo en Efesios 5:30: “…porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”.

La promesa ya está cumplida y, esto, en y por Jesucristo, si es que aceptamos y creemos lo escrito en Efesios 3:17: “…que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces…'' La Living Bible inglesa lo traduce así: “Y pido que Cristo pueda más y más estar en casa, en vuestros corazones…''

¿Es así contigo? ¿Habita El “en medio de ti''? Si tu respuesta es sí, El es el centro en ti; entonces, El ocupa, llena y domina el verdadero sitio de tu personalidad. Pero lo que significa esto, consecuentemente, lo describe Romanos 8:9-11, donde se cumple la palabra de Jesús: “Vendremos (el uno y trino Dios) a él, y haremos morada con él.'' Allí está escrito: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios (- el Espíritu Santo) mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. Pero si Cristo (- el Hijo) está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús (- el Padre) mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.'' No en vano se dice cuatro veces en estos versículos: “…que mora en vosotros'' o “…que está en vosotros.'' Pero, como son muy pocos los hijos de Dios en los cuales el Señor puede, efectivamente, ser el verdadero centro, el “morador'' dominante del corazón, no hay ningún avivamiento.

Pablo tuvo avivamiento porque sometió todo lo privado y egocéntrico al Señor Jesucristo; él pudo testificar: “Porque para mí el vivir es Cristo'' (Fil. 1:21). El avivamiento también irrumpirá con poder en ti, si Le entregas el centro, lo esencial de tu vida. Esto nos es revelado, muy claramente, en el Gólgota: “Y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio'' (Jn. 19:18). Aquí tenemos el secreto de este “moraré en medio de ti'': Que en el centro de tu ser, tu yo esté crucificado junto con Cristo (“Con Cristo estoy juntamente crucificado'', Gá. 2:20a), y que Cristo, el Señor crucificado y resucitado, junto con el Padre, more en ti, por medio del Espíritu Santo, y domine todo.

“Y domine todo”, este último pensamiento nos sirve como puente al próximo punto, importantísimo para tratar: “la casa abandonada”. Por falta de tiempo tenemos que postlargarlo hasta nuestro siguiente programa y lo hacemos con la cordial invitación de compartirlo también con nosotros, allí al otro lado del dial.

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