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Titulo: El camino a la perfección
Autor: Wim Malgo
  Nº: PE846

Locutor: Herman Hartwich 

Glorificar a Dios en las pruebas.

Hoy en día, la iglesia es mundana y el mundo es religioso. Pero, para que los hijos de Dios no sucumban en medio de esta mezcla anticristiana de lo santo y lo profano, el Señor los conduce a través de correspondientes pruebas y oscuridades.


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El camino hacia la perfección (parte 4) 4 de 5

Glorificar a Dios en las pruebas

Pablo fue, realmente, un extraordinario siervo de Dios, pero, también, habla abiertamente de los ataques satánicos contra él. Leemos por ejemplo en 2.Cor. 12:7-9: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.' Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo''.

Se especula mucho sobre esta prueba de Pablo. Unos dicen que él tenía una grave enfermedad en la vista, otros piensan que sufría ataques de epilepsia. La enfermedad en sí no viene al caso. Mucho más importante es que Pablo – como Job (del cual habíamos escuchado en el último programa) – no se resignó, sino que le fue totalmente suficiente aquello que el Señor le ordenó: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.'' Pablo fue el misionero más grande del mundo. El tuvo extraordinarias posibilidades para trabajar para el Señor. Su ciudadanía romana impedía que se viese envuelto en dificultades por causa de su trabajo misionero para el Señor, lo que frecuentemente sucede hoy con los misioneros cristianos. El no tenía los problemas que a veces tenemos nosotros para viajar. Mientras que hoy se necesita un pasaporte y, muchas veces, también una visa para entrar a un país extranjero, Pablo, donde quiera que fuera, siempre se encontraba bajo el gobierno mundial romano. Cuando reclamaba sus derechos como ciudadano romano, ya sea en Filipos o en Jerusalén, el no se refería a una nación extranjera. Por lo tanto, su trabajo fue exclusivamente una “misión interna'', Pablo visitaba personas de su propia cultura. Ningún abismo, social o económico, lo separaba de las personas que él trataba de alcanzar.

Diecinueve siglos de cristianismo han permitido una gran superación del Occidente sobre el Oriente. El abismo entre ambos, en todo aspecto, es bastante grande. Por eso, los misioneros enfrentan una gran variedad de diferencias de costumbres, formas de vida, patrones de comportamiento, ideas y tradiciones. Pero Pablo no tuvo que vencer tales contrastes. El iba a sus conciudadanos como a un gran grupo de personas que vivían bajo las mismas condiciones que él. ¡A pesar de todas estas ventajas, sin embargo, fue el más probado de todos los hombres de Dios que jamás existieron!

En cierta manera, sucede algo parecido con nosotros: hoy tenemos todas las comodidades. Pero justamente, por eso, los hijos de Dios están expuestos a tentaciones diabólicas especiales, porque los contrastes exteriores desaparecieron. Si le preguntas a alguien si cree, entonces, por regla general responden: “¡Naturalmente que creo! ¡Qué es lo que piensa de mí?'' Hoy en día la iglesia es mundana y el mundo es religioso. Pero para que los hijos de Dios no sucumban, en medio de esta mezcla anticristiana de lo santo y lo profano, el Señor los conduce a través de correspondientes pruebas y oscuridades. El permite que Satanás nos zarandee y nos sacuda. Pero, al mismo tiempo, siempre intercede por nosotros delante del Padre, así como también lo hizo con Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos'' (Lc. 22:31-32).

¿Qué es lo que realmente está aconteciendo hoy en el mundo invisible? Al fin de cuentas es una lucha entre Jesucristo, el Príncipe de la luz, y Satanás, el príncipe de las tinieblas. Este pasaje nos muestra, claramente, lo que sucede en el mundo invisible por causa de nosotros.

¿Sobre quién Satanás trata de ganar poder? ¿Acaso sobre ti? ¿Estás expuesto, justamente ahora, a pruebas satánicas? Entonces, recibes aquí una respuesta bien clara: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo. Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falle. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.'' Al principio uno queda algo confuso y nervioso cuando reconoce que, los poderes satánicos, lo quieren atormentar con el permiso directo de Dios. En el ejemplo de Job vimos que realmente es así, pero también reconocimos el motivo: ¡para que el Señor obtuviese la razón a través de la fidelidad de Job! Tú también eres atormentado por Satanás para que el Señor, a través de tu persistente firmeza en El, obtenga la razón ante el mundo visible y, mucho más, ante el mundo invisible! ¿Qué habría sucedido si Job hubiera renunciado a Dios y si Pablo se hubiera dejado amedrentar por el demonio que lo abofeteaba?

¿Reconoces, a esta luz, cuan catastróficos son tus lamentos y reclamos por los golpes de Satanás? ¿Llegas a comprender cuánto deshonras, así, al Señor impidiendo que El reciba la razón delante del enemigo? ¡Oh, si sólo hicieras como Pablo que, después de haber pedido tres veces al Señor que lo liberara del aguijón en su carne, recibió la respuesta: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad'' (2 Co. 12:9a)! Finalmente, dejó que el Señor le bastara totalmente. De esta manera, el Señor obtuvo la razón delante del rostro del enemigo. Pablo alababa en el oscuro valle de la prueba, en gran debilidad, el maravilloso poder vencedor del Señor. De este modo, El fue ensalzado, en vez de ser injuriado.

¿Eres capaz de aceptar, ahora, estas maravillosas palabras de Isaías 50:10: “¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová y apóyese en su Dios''?

Las fronteras entre la luz y las tinieblas están inmediatamente debajo del cielo: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes'' (Ef. 6:12).

¡Esto siempre tendrías que tenerlo presente! Por lo tanto, ¡tu lucha no es con las personas, sino con los poderes que están detrás de ellas! Pero, justamente, el Señor te habla en la oscuridad.

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