El Camino al Gólgota 1/3
21 febrero, 2008
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21 febrero, 2008

Titulo: “El Camino al Gólgota” 2/3
 

Autor: WimMalgo 
Nº: PE1105

¡Cuánta gente está perdida y sin expectativas!, ¡ Cuánta gente está ciega y no ve la cruz de Cristo y toda la esperanza que hay detrás de ella!… no es la cruz sino la obra de cristo en la cruz!


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“El Camino al Gólgota” 2/3

Estimado amigo, si hablamos acerca de como hay que aplicar la cruz en la vida personal le quiero leer primero Mateo 27:32: “Mientras salían, hallaron a un hombre de Cirene llamado Simón. A éste le obligaron a cargar la cruz de Jesús.” La Biblia destaca claramente algo que hay que observar: “…un hombre… llamado Simón…” ¡En relación con la cruz del Gólgota, el Señor tiene en Su corazón a cada hombre individual, muy personalmente!

“…un hombre… llamado Simón…” ¿Qué nombre llevas? Sea cual fuera tu nombre, seas hombre o mujer, ¡es justamente a ti que Dios Se dirige! ¡El Señor quiere poner Su salvación también sobre ti! La cruz no es nada teórico, no es solamente una hermosa imagen, sino una absoluta y necesaria realidad. La cruz del Gólgota tiene como meta el perdón de tus pecados que el Señor Jesús quiere darte. Aunque hayas mentido, robado, adulterado, envidiado u odiado a otros – es a ti que se dirige esto, el Señor te señala a ti. La Biblia dice en Romanos 14:12 que en el día del juicio, cada hombre “rendirá cuenta a Dios de sí mismo”. Es algo muy personal.

De la misma manera que cada uno tiene que morir su muerte muy personalmente, también la cruz tiene que venir muy personalmente sobre tu vida. Y si hoy la cruz, la salvación y el perdón del Señor para ti, puede venir sobre ti, entonces no serás juzgado por Dios. Por favor, pon atención a esto, pues el Señor quiere llamarte muy personalmente por tu nombre.

Hay muchos ejemplos de cuán personalmente Dios puede hablar a un hombre a través de la Biblia. Quisiéramos citar uno aquí: 

En la zona para peatones en París, la Sociedad Bíblica francesa ha puesto una mesa y ofrece Biblias a los caminantes. Se acerca un grupo de jóvenes, que se burlan del colaborador que está detrás de la mesa de Biblias: “¡Quita tu mesa! Ese libro viejo ya no es actual. ¡Ya no lo lee nadie!” El misionero y vendedor de Biblias se dirige al líder del grupo y le dice, con mucha cordialidad: “¡Escucha lo que te voy a decir, en este libro Dios te habla personalmente a ti!” “¿Cómo? ¿A mí? Eso me da risa. ¡Dame tu libro, quiero ver eso!”

El joven burlador, que se llama Philippe, toma una Biblia, la abre al azar, lee una frase, se pone pálido como la cera y la devuelve silencioso. “¿Qué pasa, Philippe?”, preguntan sus compañeros. El ha leído Juan 14:9: “Tanto tiempo he estado con vosotros, Felipe (= Philippe en la versión francesa), ¿y no me has conocido?”

Estimado amigo, en la Biblia Dios habla muy personalmente con nosotros. Nos llama por nombre. Nos conoce y nos ama. Dios tiene interés en nuestra vida. La Biblia siempre se refiere también a nuestra vida. En todas las historias de la Biblia, nos encontramos a nosotros mismos. Somos Adán, Abel, Caín, Noé, Sara, Rebecca, Jacob, Esaú, José, sus hermanos, David, Elías, Pedro, Judás, María, Marta, Pablo y Marcos. En cada página se refiere a nosotros personalmente y nos desafía. La Biblia es el más grande y el mejor libro acerca del hombre, su vida, su mundo, sus caminos y sus metas, y, más allá de esto, nos guía a Dios. La Biblia es el libro que construye un puente desde Dios, muy personalmente, hasta mí, muy personalmente. ¡Un libro muy personal!

“…un hombre…llamado Simón…” También tú eres un hombre, una mujer, o un joven, una joven que viene de un lugar preciso y tiene un nombre. También tú tienes problemas, preocupaciones y pecados muy personales. Escucha lo que dice 2 Pedro 3:9: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos (= cada hombre) procedan al arrepentimiento.” Dios te dice que la cruz tiene que venir sobre ti; es un mensaje para ti, pues sin esta cruz estás perdido.

Estimado amigo, la cruz tiene que ser aplicada a las familias.

En Marcos 15:21 leemos: “Obligaron a uno que pasaba viniendo del campo, a un cierto Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, a que cargara la cruz de Jesús.” Aquí la cruz no vino solamente sobre un hombre, y no solamente sobre un hombre llamado Simón, sino también sobre un padre, es decir, alguien que tenía una familia, esposa e hijos. Se dice claramente que Simón era el “padre de Alejandro y de Rufo”, y éstos tenían también una madre.

Al nombrar por sus nombres a los hijos de Simón, Dios el Señor quiere decirnos algo. Leemos en Romanos 16:13: “Saludad a Rufo, el escogido en el Señor; y a su madre, que también es mía.” Esto significa, probablemente, que toda la familia llegó a la fe. Pues seguramente la cruz de Jesús, que Simón tomó sobre sí, cambió su propia vida y la de toda su familia.

La cruz debe entrar en las familias si éstas quieren sanar. Pues ¡cuántas familias están enfermas, cuántos matrimonios destruidos, y los hijos sufren por ello! ¡Cuántos niños están abandonados a su suerte, porque el padre y la madre ya no se entienden o no tienen tiempo para ellos! Pero ¡cuántas familias podrían llegar a ser felices, sanas y salvas si Jesús entrara en ellas. Alabado y engrandecido sea Dios: ¡Muchas familias experimentaron que el Señor Jesús, si se Lo deja entrar, hace nuevas todas las cosas!

¿Ya el Señor está en tu familia? ¿Está él en tu corazón?
Deseamos que así, sea, y que renuncies a todo aquello que te ata y no te deja ver la cruz de Cristo.

Nos encontramos, querido amigo, Dios mediante en el tercer y último programa de esta serie!

Dios te bendiga!

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