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Título: “DEl Cordero de Pascua al Cordero de Dios”

Autor: Fredy Winkler
PE1282

Es sumamente interesante observar las imágenes proféticas del Antiguo Testamento que nos indican qué fue lo que hizo Jesucristo para la humanidad entera con Su muerte en la cruz.

Algunos ejemplos son el cordero de Pascua en Egipto, o el carnero que Abraham sacrificó en lugar de su hijo Isaac. Aclaran, de manera gráfica, que la obra de salvación estaba incluida en el plan de Dios para la humanidad desde antes de la fundación del mundo


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Estimado amigo, es maravilloso observar las imágenes proféticas del Antiguo Testamento que nos indican lo que hizo Jesucristo para la humanidad entera con Su muerte en la cruz. Unos ejemplos son el cordero de Pascua en Egipto, o el carnero que Abraham sacrificó en lugar de su hijo Isaac. Aclaran, de manera gráfica, que la obra de salvación estaba incluida en el plan de Dios para la humanidad desde antes de la fundación del mundo.

A través de estos y de muchos otros acontecimientos en la historia del pueblo de Israel, Dios reveló de antemano la salvación venidera. Nos muestran, también, que la salvación es como un hilo rojo que atraviesa toda la Biblia, empezando con la desobediencia y caída en el huerto de Edén – donde los hombres quedaron bajo el dominio del príncipe de este mundo – hasta la redención que el Hijo de Dios obtuvo en la cruz del Gólgota para abrir a los hombres el camino de regreso a la comunión con Dios.

Las imágenes proféticas de la salvación que Dios le había dado a Israel preparaban al pueblo para poder comprender el sacrificio vicario de Su Hijo. Los acontecimientos en la historia de Israel hablaban de tal manera que los que presenciaron el ministerio de Juan el Bautista – entre ellos también algunos de los que iban a ser discípulos de Jesús – pudieran entender las grandiosas palabras de Juan el Bautista cuando vio a Jesús: „He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”(Jn.1:29).

Ya antes de su milagroso nacimiento, Juan el Bautista había sido anunciado por un ángel como un mensajero especial de Dios. Él sabía de la misión universal de Jesús. Por eso, no solamente Lo anunció como el Mesías de Israel sino que también como el Redentor del mundo. Con ayuda de las imágenes proféticas que Dios les había dado en el correr de su historia, pero también con base en su sistema de sacrificios, los judíos eran perfectamente capaces de entender lo que Juan el Bautista quería decir con estas palabras.

Vamos a plantearnos la siguiente pregunta: 

El pecado original – ¿realidad o solamente mito?

El relato del pecado original es una de las primeras historias bíblicas que se mencionan después que Dios hubo creado la primera pareja de seres humanos. Cuando Satanás logró seducir a Adán y a Eva al pecado de la desobediencia, logró la separación entre el Dios santo y el hombre pecaminoso. Este trágico suceso, además de la verdad de la Biblia en general, hoy en día son puestos cada vez más en duda. Detrás de este escepticismo está la astucia de Satanás. Ya en el huerto de Edén él puso en duda a Dios preguntando: „ ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gn.3:1). En la actualidad el seductor no ha cambiado. Como está conciente de que su tiempo se acaba, trata hoy en día de hacer creer al hombre que no es pecaminoso por naturaleza y que por eso no necesita ser redimido del pecado. Hoy en día, cada vez más personas se dejan engañar por esta mentira satánica.

Pero las primeras páginas de la Biblia no solamente hablan de la caída del hombre, sino que también ya mencionan al Redentor, que acabará con el engañador. En Génesis 3:15, Dios dice a la serpiente – por medio de la cual Satanás había engañado a Eva – lo siguiente: „Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Esta mención del Redentor en las primeras páginas de la Biblia contiene el mensaje que Dios quiere transmitir a través de toda la Santa Escritura.

La unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento

La salvación anunciada en el Antiguo Testamento y el cumplimiento en el Nuevo Testamento funden los dos Testamentos en una unión. Por eso, no se puede entender realmente el Antiguo Testamento sin el Nuevo, y tampoco el Nuevo Testamento sin el Antiguo. La Biblia es el único libro que describe la historia completa de la humanidad, desde su creación hasta su final definitivo, es decir, la eterna comunión con Dios en Su Reino venidero. Sin embargo, cada vez más se pone en duda la unicidad y la verdad de este Libro. A través de teorías inventadas como la de la evolución, se intenta hacerlo parecer como un cuento de hadas. Es inevitable el choque entre la verdad divina y la mentira, que llegó a este mundo por Satanás. Fue anunciado ya al principio de la Biblia en la primera promesa acerca del Salvador. Por eso, no es de asombrar que las confrontaciones entre la luz y las tinieblas sean cada vez más sutiles y vehementes.

La elección de un pueblo intermediario

Para llevar a cabo Su Plan de Salvación, Dios eligió a un pueblo intermediario para que pudiera enviar a través de éste, en el momento determinado por Él, a Su Hijo como Salvador a esta tierra. En el transcurso de la historia de Israel, Dios una y otra vez le ha dado imágenes proféticas y le ha proporcionado experiencias que le tenían que mostrar – como una sombra de lo venidero – la salvación futura.

Una de estas imágenes es el sistema de sacrificios que Dios le mandó a Israel en el monte Sinaí después de la liberación de la esclavitud de Egipto. En el sacrificio, la sangre del holocausto tenía un rol central. Pero tenemos que subrayar que el servicio de sacrificios practicado en aquel entonces, solamente tenía sentido si era comprendido como una imagen profética de la salvación que todavía tenía que llegar y que el Hijo de Dios iba a consumar por medio de Su propia sangre. Es lo que el autor de la carta a los hebreos nos quiere trasmitir en los tres primeros versículos del capítulo 10. Y también en el verso 4: „…porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”. Por lo tanto, los sacrificios eran solamente una imagen profética del sacrificio perfecto por el pecado del mundo.

La „sombra” o imagen profética más perfecta de la salvación, sin embargo, Dios se la dio a Su pueblo Israel cuando lo liberó de la esclavitud en Egipto. Dios mismo mandó a los israelitas que recordaran este acontecimiento anualmente en una fiesta.

La Pascua en Egipto

La historia de la familia de Jacob, su emigración a Egipto, más tarde la esclavización del pueblo y finalmente la liberación y el éxodo de Egipto, son parte de los relatos más impresionantes de la Biblia. Después que el Faraón se resistió a dejar ir a los israelitas, Dios mandó nueve plagas sobre los egipcios, pero el rey todavía no estaba dispuesto a inclinarse ante la voluntad de Dios. Recién cuando fueron muertos todos los primogénitos, el Faraón dejó ir a Israel. Esta décima plaga fue la única en que los israelitas no se salvaban automáticamente. Solamente tenían la garantía de ser protegidos si se quedaban en sus casas en esa noche, y si habían cubierto antes los postes y los dinteles de las puertas con la sangre de un cordero. Debían, pues, creer las órdenes que Dios les había dado a través de Moisés y actuar conforme a ellas para ser guardados de la muerte. La Biblia no nos dice si hubo israelitas que no siguieron esta orden. Pero si alguien no hubiera puesto la sangre del cordero en los postes y en el dintel de su casa o si no se hubiera quedado dentro de la casa, irremediablemente lo habría alcanzado la muerte.

La salvación de los israelitas de la muerte en aquella noche fue posible gracias a la sangre de un cordero. Esta es una fuerte imagen profética de Jesucristo, el Cordero de Dios.

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