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Título: De la mano del Eterno

Autor: Marcel Malgo
Nº PE1401

“De la mano del Eterno” es el título del mensaje, en el cual Marcel Malgo continúa ayudándonos a descubrir los tesoros escondidos en el salmo 23. Hoy veremos que no es así no más, sino “por amor de Su nombre” que el Señor guía a los suyos por “sendas de justicia”


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Hola amigos, como ya se dijo en la introducción continuaremos analizando el salmo 23, en este mensaje titulado: De la Mano del Eterno. Y veremos hoy que no es algo así no más, sino que es„por amor de Su nombre”que el Señor guía a los suyos por „sendas de justicia”. Así lo leemos en el Salmo 23:3:„Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.”

El Buen Pastor pastorea a los suyos en pastos verdes y, una y otra vez, los lleva a aguas frescas para reconfortar sus almas. El Señor Jesús quiere solamente lo mejor para los suyos. Sin embargo, no es por ellos mismos que los guía por sendas de justicia, sino para que Su nombre sea glorificado, pues así lo dice el Salmo:„… por amor de su nombre.”Porque todo lo que recibimos de nuestro Señor, y todo lo que el Buen Pastor es y hace para nosotros, al fin y al cabo no es por amor de nosotros, sino ante todo„por amor de su nombre”.En otras palabras: Somos colmados de dones celestiales por Jesucristo, para que éstos sean para la honra del nombre de nuestro gran Dios, para que Él sea glorificado.

Es una realidad el hecho de que Jesús murió por nosotros, que nos liberó y nos salvó. Pero por más hermoso y verdadero que sea este hecho, Jesucristo no solamente se ofreció como Cordero de Dios en nuestro favor, sino que en primer lugar quiso hacer la voluntad de Su Padre celestial,„por amor de su nombre”.Como los seres humanos no glorificaron el santo nombre de Dios, no hubo otro camino que mandar al Hijo amado de Dios al mundo, para que el nombre de Dios volviera a recibir la gloria que le correspondía.

En la creación, como está escrito en Gn. 1:26 y 27, el Dios Uno y Trino, dijo:„Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. ¡Me impresiona, cada vez que lo pienso, que Dios haya despositado Su propia imagen gloriosa en el hombre cuando lo creó! Sin embargo, si leemos Gn. 2:16 y 17, y 3:1 en adelante, vemos como los primeros seres humanos obedecieron a la voz del seductor, transgrediendo el único mandamiento que Dios les había dado – y cayendo así en pecado. De esta manera, la imagen de Dios, que Él había puesto en el hombre, fue profanada y manchada – y una terrible sombra se interpuso en la gloriosa comunión entre Dios y el hombre.

¿Qué haría Dios? Había un solo camino para que Él pudiera restablecer Su gloria profanada: El Gólgota. Pero la obra de salvación en la cruz sucedió, en primer instancia,„por amor de su nombre”,y recién en segundo lugar para salvar al hombre. Somos tan unilaterales en nuestra manera de pensar, aún como creyentes renacidos, que pasamos por alto o simplemente olvidamos esta verdad.

Por supuesto que permanece siendo completamente válido lo que dice Juan 3:16:„Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”¿De qué amor se habla aquí? Del amor del Creador por Su amada creación, que está bajo el maligno desde que entró el pecado al mundo. A veces hablamos del amor del Creador como si este recién se hubiera puesto en acción en la cruz del Gólgota. Pero, se trata de un amor que se demostró, plenamente, cuando Dios puso Su imagen en el hombre en la creación. ¡Qué amor ilimitado, qué derroche de amor extraordinario de Dios fue la creación del hombre!

Por lo tanto, la obra de salvación en el Gólgota merece, en primer lugar, la gloria de nuestro gran Dios. La victoria del Cordero de Dios en la cruz fue, ante todo, una victoria a favor del Padre celestial; sucedió„por amor de su nombre” –del nombre del Padre.

En Isaías 43:24, Dios dice por medio del profeta a Su pueblo, el pueblo del pacto:„… pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste con tus maldades.”Pero, inmediatamente, en el vers. 25, sigue una gloriosa afirmación:„Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”. ¿Por qué borra el Señor aquí los pecados de Israel? ¡Por amor de Su nombre! Y lo mismo pasa hoy, también con todos los otros dones de gracia: ¡Los recibimos, en primer lugar, para que nuestro gran Dios sea ensalzado!

Somos, pues, guiados por sendas de justicia porque lo más importante es Dios el Señor. Lo hace„por amor de su nombre”, para que Él sea honrado. En el Antiguo Pacto, las personas eran absolutamente concientes de esta verdad. Y por eso, el salmista escribió: „A tu nombre da gloria”. Así lo leemos en el Salmo 115:1:„No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu verdad.”También en Ezequiel 36:22, que nos habla de la redención de Israel, de la promesa de un corazón nuevo y de un país bendecido, el Señor dice:„No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre…”O podemos pensar también en Daniel, cuando en el cap. 9 vers. 19 de su libro leemos que se arrepintió en nombre de su pueblo y oró así:„Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo”. Y también en la oración de arrepentimiento de Jeremías, en el cap. 14 vers. 7 de su libro encontramos expresiones similares:„Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre”.

Lo mismo pasa con el Buen Pastor, el Señor Jesús, quien (como nos dice Juan 10:11) dio Su vida por Sus ovejas: Él guía a los que Le pertenecen por sendas de justicia„por amor de su nombre”, para que a través de eso Él sea honrado. ¡Y cuánto es honrado el Padre en el cielo cuando realmente puede guiar a Sus hijos, si es que ellosquierenser guiados por Él! Cuando se manifiesta, cuando se hace visible, en la vida de un hijo de Dios que el Buen Pastor tiene las riendas en Sus manos, y lo puede guiar por sendas de justicia, esto es para alabanza y gloria del santo nombre de nuestro Señor.

Preguntémonos ahora: ¿Qué características tiene la „senda de justicia”?

A mi entender, la „senda de justicia” en nuestra vida tiene las siguientes características: 

En primer lugar,es un camino de misericordia y de verdad.

En segundo lugar,es un camino de sabiduría.

La tercera característica es quees un camino recto.

Y la cuarta, quees el camino de la vida.

Veamos ahora la primera característica: El camino de misericordia y de verdad. Todos los caminos del Señor son sendas de misericordia y de verdad para los suyos, como lo dice el Salmo 25:10: “Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios.”

Todos los caminos por los cuales el Señor guía a los suyos – no importa cómo sean – siempre son caminos de misericordia y de verdad. Los motivos del Señor nunca son malos. Al contrario: Detrás de todos los caminos de la vida de un hijo de Dios – también de los más difíciles – siempre están las mejores intenciones del Señor, pues Él está lleno de bondad, verdad, fidelidad y gracia. Esto, también, es lo que el Señor prometió a los suyos en Jeremías 29:11:“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”Conocer y creer esto puede darnos mucho consuelo. Trae paz a los creyentes en muchas tormentas de sus vidas; ¿y quién no conoce momentos de tormenta?

Sin embargo, hay una condición para esta promesa:“Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad,para los que guardan su pacto y sus testimonios.”La “puerta” de la promesa: (“Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad”), y solamente la podrá abrir el que tenga la “llave” correspondiente: (“para los que guardan su pacto y sus testimonios”). Solamente así podrá experimentar la bondad, verdad, fidelidad y gracia del Señor.

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