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Titulo: Cuando renuncio a lo que más quiero.

Autor: Herman Hartwich 
Nº: PE960

 

En este programa el Pastor Herman Hartwich, se basa en la historia de el Evangelio según San Lucas capítulo 19, versículos 1 al 10.

Nos  cuenta la  historia  del Zaqueo quien renunció a lo que más quería, para seguir al Señor Jesús.

 


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Cuando renuncio a lo que más quiero.

¿Cómo están mis amigos? Es un placer estar junto a ustedes en este momento. Creo que las situaciones en que vivimos o nuestra posición frente a la vida se deben por varias razones. Entre ellas se encuentran los factores familiares. Cómo ellos coinciden por ejemplo, en nuestro carácter, en nuestra profesión en la orientación política, religioso u orientación deportiva inclusive. Hay factores circunstanciales como por ejemplo: enfermedades, accidentes, pérdidas temporales, ya sean de trabajo, económico. Pero también está el factor de nuestra elección. Podemos decir que gran parte de la razón de nuestra situación es por nuestra elección. Pensamos lo que queremos, decimos lo que queremos y vivimos como queremos. No estoy diciendo que esto es una regla drástica. Pueden haber excepciones. Pero este fue el caso del que voy a leer en el evangelio según San Lucas. Capítulos 19 del 1 al 10. Y dice así el relato del evangelista: » Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa dela multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle: porque había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquél lugar, mirando hacia arriba, le vio y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.

Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor la mitad de mis bienes soy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el hijo del hombre vino a buscar y a salvar todo lo que se había perdido.

Zaqueo era un publicano, un cobrador de impuestos. Él era odiado por sus compatriotas. Considerado un desertor, un «vende patria » como solemos decir. Por esa razón no tenía muchos amigos, excepto sus propios colegas. Él no era bien mirado en ningún lado. Pero eso es lo que justamente lo lleva a buscar a alguien de quien quizá ha escuchado. Decir que tal vez es amigo de los pecadores, de los que están solos, de los marginados. La curiosidad por conocer a Jesús le lleva a hacer el ridículo, como subirse a un árbol para poder verle.

Dice la escritura que Zaqueo era un hombre bajo de estatura. Me imagino que él estaba tratando de llegar hasta Jesús, pero la gente conociéndole no le daba lugar a propósito. Quizás codeándolo, pisándolo. Pero él opta por dar la vuelta y adelantarse al camino que supuestamente Jesús iba a transitar y se sube a un árbol. Pero para su sorpresa, y para tu sorpresa mi querido amigo, puedo decirte categóricamente que no pasas desapercibido a los ojos de Jesús. Así como él no pasó por desapercibido a la mirada de Jesús, hoy tampoco tu pasas desapercibido. Amigo que quizás te estás escondiendo detrás de las ramas de algún árbol. A través de religión, de filosofías o de tu propia moralidad, Jesús te está mirando. Si tu quieres conocerle él está allí cerca de ti. Jesús te ofrece entrar a tu hogar, entrar a tu vida, como lo hizo en el hogar de Zaqueo. Zaqueo se sorprendió, pero él va a su casa, abre las puertas, le recibe y tiene una cambio de actitud, o sea un profundo arrepentimiento. ¿Cómo no se va a arrepentir un hombre que no necesariamente era honesto o bueno ante la santidad de Jesús? Amigo. Cualquier persona que se pone delante de Jesucristo se da cuenta, reconoce su pecado, su falta de santidad, su falta de honestidad, su transparencia: Así fue el caso de Zaqueo. Y él decide hacer algo muy grande que realmente como nos dice el evangelista, que lo que dijo Zaqueo estando allí, en su casa en medio de los invitados, sus colegas y otros publicanos dice que puesto en pie dijo a al Señor: He aquí Señor la mitad de mis bienes doy a los pobres y si en algo he defraudado a alguno se lo devuelvo cuadruplicado.

¿Se dan cuenta mis amigos? Para que a esto lo haga un publicano, un tipo acostumbrado a al robo, al fraude, tome esta decisión de deshacerse de lo que más quería. Este es el típico tipo avaro. El tipo de persona que solamente está buscando el dinero, pero el dinero no llena la vida, el dinero no lo es todo. Se puede tener dinero pero no se puede comprar lo que vale. Alguien dijo: Con el dinero puedes comprar una casa pero no un hogar, con el dinero podrás comprar medicinas pero no la salud. Con el dinero podrás comprar una cama pero no el sueño. Con el dinero podrás comprar una religión pero no la salvación.» Y así muchas cosas, estimado amigo. Con el dinero podemos hacer muchas cosa pero las verdaderas cosas, las eternas las que valen, no solamente para ahora sino que para la eternidad no se consiguen con el dinero.

Cuando no tiene lo mejor, el no encuentra el reparo en deshacerse de todo esto, de invertir todo por todo aquello que considera que es lo más valioso. A Zaqueo no le importó perder todo su dinero pero sí ganar aquello que tiene valores eternos. La paz, el amor, la seguridad de su salvación. La amistado con Dios. Esto es maravilloso, este hombre en una palabra se arrepiente de su falsedad y repara el daño ocasionado a todas las personas que él había quizás traicionado o robado. Esto evidencia un verdadero cambio interior. Porque el cambio interior se tiene que manifestar exteriormente. Siempre se habla por ejemplo de Juan el Bautista cuando llamaba al arrepentimiento y decía: Haced frutos dignos de arrepentimiento. Que se vea ese arrepentimiento exteriormente. Muchas personas dicen: Yo creo en Dios, yo creo en Dios; pero eso debe manifestarse en su forma de vivir. La escritura nos cuenta que Dios reprocha a Israel que con sus labios le honraban pero que su corazón estaba lejos. Hay muchas personas que dicen creer en Dios pero en definitiva no están creyendo porque en definitiva en sus actos no lo manifiestan ¿Qué es lo que tu más aprecias en la vida? ¿Qué es lo que tu valoras más? Estás dispuesto a renunciar a ello si es que ello te está impidiendo entregar tu vida a Jesucristo? Este hombre decidió entregar lo que más valoraba. El dinero lo entregó todo por amor a Jesucristo. Tenemos en la enseñanza del evangelio en las enseñanzas que Jesús nos ha dejado, en una oportunidad por ejemplo dijo que un hombre encontró un tesoro. Fue y vendió todo lo que tenía para ir y quedarse con ese tesoro. Un hombre buscador de perlas encontró una perla de gran precio. Fue y vendió todo lo que tenía para encontrar una de valor incalculable. Amigo, esto nos habla deque muchas veces hay cosas que nosotros consideramos valiosas, pero en realidad son un impedimento para tener lo mejor. Jesús quiere salvarte, Jesús quiere ser tu Señor y salvador, Jesús quiere darte lo mejor.

Ahora, ¿Qué es lo que te impide que te entregues a él? Jesucristo tiene lo mejor, lo sublime, te lo reitero. Pues yo te invito a que dejes a un lado lo que está impidiendo tu entrega a él y haz como Zaqueo. NO importa que lo lamentes en este momento, pero si tu con decisión, con determinación de corazón movido por el espíritu Santo te deshaces de eso impedimentos, Jesucristo va a entrar a tu vida y va a hacer cosas grandes y maravillosas. Que Dios te bendiga ya espero que tomes esta firme determinación.

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