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Autor: Norbert Lieth – Samuel Rindlisbacher

Jesucristo prometió regresar pronto a la tierra… Y desde entonces han pasado casi 2.000 años… ¿Nos habrá engañado Dios?


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PE2200 – Estudio Bíblico
¿Cuándo regresará el Esposo? (2ª parte)



Amigos, ¿cómo están? Vamos directamente a la pregunta ya mencionada que nos ocupa hoy: Cuando pensamos en la parábola de las diez vírgenes: ¿A quién se parece usted? ¿A las cinco vírgenes insensatas o a las cinco sabias? No sabemos cuándo vendrá Jesús otra vez, ¡pero lo que sí sabemos es que nuestro arrebatamiento puede tener lugar en cualquier momento! ¿Estaría usted preparado si Jesús viniera hoy? ¿O se han apagado su amor y su expectativa, a causa de las preocupaciones de la vida y todo lo que sucede de este lado? Si es así, si las cosas de este mundo se le han vuelto más importantes que Jesús y Su futuro glorioso, entonces la Biblia le dice como exhortación, en Efesios 5:14: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo”. Pero si usted se parece a las cinco vírgenes sabias, ¡alégrese! Porque entonces se aplican las palabras de Pablo en 2 Timoteo 4:8 también a su vida: “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”.

Cuando pensamos en la venida de Jesús, nos llama la atención que:

  • Jesucristo prometió regresar pronto a la tierra. Y desde entonces, han pasado casi 2000 años…
  • En el último libro de la Biblia, el Señor Jesús promete incluso cuatro veces que Él regresará pronto. (Lo podemos leer en los capítulos 3 y 22 de Apocalipsis). Casi 2000 años después, Él aún no ha venido. Cuando estudiamos la historia del cristianismo y la del judaísmo, encontramos que tanto judíos como también cristianos han orado por esto durante los siglos, poniendo toda su esperanza en que el Mesías venga – o regrese – pronto.

El erudito judío Maimónides escribió, en la Edad Media: “¡Creo con toda mi convicción que un día vendrá el Mesías, y aunque demore, igual cada día espero su venida!” En cada nueva ola de persecuciones que ha venido sobre los judíos en la “dispersión entre las naciones” – desde España hasta Rusia –, ellos han fijado su fe y esperanza en que el Mesías vendría en ese momento, y que seguramente sería la última persecución. ¡Pero en lugar de esto, su situación fue empeorando – hasta llegar al Holocausto!

Del mismo modo, los cristianos esperan a su Señor. Durante los tiempos de la Inquisición, en los años en que la peste sembraba el temor, rugían guerras terribles, dictadores oprimían a los pueblos y muchas otras cosas amenazaban a los creyentes, ellos ponían su esperanza en la pronta venida de su Señor Jesús, como lo expresa el himno: ”¡Cuánto gozo habrá con Cristo, cuando no haya más dolor, cuando cesen los peligros y ya estemos en Su amor! Cara a cara espero verle, más allá del cielo azul, cara a cara en plena gloria, he de ver a mi Jesús”.

Hasta el día de hoy, no obstante, Él no ha venido. Sé de cristianos que en la ancianidad casi perdieron la fe en esto, porque durante toda su vida contaron firmemente con el regreso de su Señor Jesús, pero Él no vino, y ellos pasaron sus últimos días en una residencia de ancianos. Nuestros padres y madres en la fe creyeron que el Señor volvería durante sus vidas. Hasta su muerte, amaban la segunda venida de Jesucristo, la predicaban y oraban por ella… ¿y entonces? ¿Puede Dios faltar a Su Palabra?

¡De ninguna manera! Es, al contrario, interesante ver que la Biblia contiene indicios que nos hacen entender que hay un espacio de tiempo prolongado entre la ascensión del Señor Jesús al cielo y Su regreso a esta tierra.

Después de una breve pausa veremos algunos ejemplos al respecto.

Como dijimos antes de la pausa, veamos algunas expresiones en la Biblia que nos indican que el Señor regresaría después de un espacio de tiempo prolongado:

  • En Lucas 18:7 y 8 leemos: “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”.
  • Mateo 25:19 dice: “Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos”.
  • En otro pasaje, en Lucas 20, leemos: “Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo”.
  • Y nuestra parábola de las diez vírgenes dice: “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron”.

Habacuc es un libro no solamente profético sino también pastoral. Encontramos en él respuestas a las preguntas de todos los seres humanos de todos los tiempos, como por ejemplo: ¿Por qué existe el mal en el mundo? ¿Por qué pareciera que la injusticia estuviera venciendo? ¿Dónde está Dios? ¿Por qué Él no interviene? ¿Escucha siquiera? Habacuc le planteó a Dios preguntas que todos tenemos en el corazón. Su libro comienza con estas palabras: “La profecía que vio el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás? ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan. Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia… ¿Por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él?”

¿No es verdad que esta carga del profeta es de gran actualidad? Alrededor de nosotros reinan la injusticia y la violencia. El mal se despliega y reina en miles de facetas, de una manera brutal e intransigente. Las leyes parecen impotentes. El impío devora al justo… ¿y dónde está Dios? ¿Por qué el Señor aún no ha regresado para poner fin a este mal?

¡Es maravilloso cómo Dios nos ayuda en esto pastoralmente a través del libro de Habacuc! Él no contesta con: “¿No te da vergüenza plantearme ese tipo de preguntas y hacerme reproches? ¿No te parece bastante insolente?” No, sino que Dios hace escribir las preguntas angustiosas de Habacuc para todas las generaciones. Podemos preguntarle, y recibiremos respuesta.

“Y Jehová me respondió, y dijo…” – nos dice Habacuc 2:2. En el transcurso del libro del profeta, el Señor pacientemente da a Su siervo varias respuestas a sus preguntas. De las mismas quiero enfatizar dos. La primera es:

“Mirad entre las naciones, y ved, y asombraos; porque haré una obra en vuestros días, que aun cuando se os contare, no la creeréis” (Hab. 1:5). Con estas palabras, Dios quiere hacer ver a Habacuc que Él está presente.

En aquel entonces, Dios había levantado a los caldeos (o babilonios) para realizar Su plan con ellos. Ellos son descritos como un pueblo malo, que hacía lo que quería, y que idolatraba su propio poder y su fuerza. Pero aún así, estaba bajo el completo control del Todopoderoso: “Porque haré una obra…”, dice Dios.

A través de los caldeos, Dios transformó las relaciones de poder políticas en el mundo. Él los utilizó para enderezar a Su pueblo Israel. Todo servía al plan de salvación de Dios, con el objetivo principal de la primera venida de Jesucristo.

Se nos termina el tiempo, así que la segunda pregunta que queríamos enfatizar, la veremos en el próximo programa. ¡Los espero, y hasta entonces les deseo un tiempo muy bendecido!

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