Conozca sus Dones – Sea Siervo de Todos (2ª parte)

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Conozca sus Dones – Sea Siervo de Todos 
 (2ª parte)

Autor: William MacDonald

  La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE1971 – Estudio Bíblico
Conozca sus Dones – Sea Siervo de Todos (2ª parte)



Hola amigos! Habíamos visto que Steve Farrar nos ofrece una graciosa descripción de cómo respondemos al servicio. Él se encontraba escribiendo un libro, cuando redactó este párrafo:

Déjeme hacerle una pregunta. ¿Usted quiere cambiar? ¿Está dispuesto a cambiar? ¿Está dispuesto a convertirse en un siervo? A menos que yo me equivoque, puede que el tema del servicio no brote naturalmente de usted. Es posible que no sea una acción refleja frente a las situaciones de su vida. Ciertamente no lo es en la mía. Pero, ¿sabe qué?, en realidad, no tengo opción. Estoyllamadoa hacerlo…

Y Farrar continúa así:
Ahora, ¿cree usted que Dios tiene sentido del humor? Yo puedo garantizarle que sí lo tiene. De hecho, puedo probárselo. ¿Notó la última oración del párrafo previo? Ésta decía, “Estoyllamadoa hacerlo.” En el momento en que estaba terminando de escribir esa última frase, escuché las desfallecientes palabras, “Papaaaaa… papaaaaa…” Salí de mi oficina y vi a mi hijo vomitando en el pasillo, entre su dormitorio y el baño. Y como estaba solo con él, la tarea de servicio recayó sobre mí. En los siguientes noventa minutos – en los que tendría que haber estado terminando este capítulo –, higienicé a mi hijo, lo puse en la cama, quité el vómito de la alfombra, fui hasta la tienda, alquilé un limpia alfombras, limpié la alfombra… bueno, creo que ya captó la idea.

Ahora son las 9:48 p.m. Necesito llevar este capítulo terminado a FedEx para las 10:30 p.m., lo que quiere decir que cierra en cuarenta y dos minutos.

Cuando mi hijo vomitó, mi primera pregunta fue, “¿Dónde está Mary?” En realidad, no fue precisamente lo que dije. Mi primera pregunta fue, “¿DÓNDE ESTÁ MARY? Ella prometió en nuestra boda que sería fiel en la salud y en la enfermedad – y esto es la enfermedad.” Por supuesto que no lo dije en voz alta, pero lo pensé. Después de que limpié a Joshua y lo dejé en su cama, miré mi reloj y noté que rápidamente se acercaba la hora en la que “ningún hombre trabajaría.” Comencé a pensar: “¿Dónde está esa mujer y qué está haciendo? ¡No tengo tiempo para limpiar este cuajo! ¡Tengo que terminar este capítulo y llevarlo a FedEx! ¡Tengo que terminar la sección de servicio para que estos hombres sean lo que Dios quiere que sean! ¿Dónde está ella? ¡Sacar esta cosa de la alfombra me da ganas de vomitar a mí! ¡Se supone que debo estar haciendo algo importante para el reino de Dios en lugar de estar sacando este reciclado de salchichas y chile de la alfombra!”

Cuando finalmente me senté a verificar en dónde me había quedado, me di cuenta de lo que había escrito en el último párrafo: Déjeme hacerle una pregunta. ¿Usted quiere cambiar? ¿Está dispuesto a cambiar? ¿Está dispuesto a convertirse en un siervo? A menos que yo me equivoque, puede que el tema del servicio no brote naturalmente de usted. Es posible que no sea una acción refleja frente a las situaciones de su vida. Ciertamente no lo es en la mía. Pero, ¿sabe qué?, en realidad no tengo opción. Estoyllamadoa hacerlo…

Esta es una auténtica marca de semejanza con Cristo – cuando nos humillamos y servimos.

Veamos ahora que nos dice David Dunlap acerca del Desafío del Evangelismo Personal.

Testificar de Cristo es una forma de vida. Sólo por el hecho de ser cristiano, uno se vuelve testigo de Cristo. Ahora, puede que sea un buen testigo o no, pero no podrá evitar dar testimonio. Jesús dijo:“… me seréis testigos…”(Hechos 1:8). Nuestro testimonio es importante, ya que podemos tener un impacto considerable en aquellos que no conocen a Cristo. La cuestión no es cuándo o dónde testificar; sólo con ser cristianos, somos testigos. Pero, ¿cómo podemos llegar a ser mejores comunicadores del evangelio? En principio, conocer la verdad es esencial para un testimonio efectivo. Así nos dice Jn. 8.32:“… conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Vivimos en un tiempo de métodos, y por esta causa nuestro evangelismo también se ha centrado en ellos. Muchos han asistido a seminarios para aprender mejores métodos de evangelismo, pero aun así la iglesia se ha debilitado en su entendimiento del contenido del mensaje, y además en su habilidad para comunicarlo. Hemos olvidado que en Nuevo Testamento define “evangelizar” como “hablar/declarar/anunciar buenas noticias.” Las noticias, como la palabra misma lo indica, implican un contenido. Cualquier presentación frente a los que no son salvos debe tener un contenido basado en la Biblia.

En primer lugar: No podemos asumir que el concepto que la gente tiene hoy día sobre Dios sea el apropiado. Debemos hacerles ver que Él tiene absoluto derecho sobre sus vidas, volverles al concepto de que cada uno de nosotros pertenecemos a Dios. Deberíamos hablarles de un Creador soberano, quien hizo todas las cosas a partir de la nada, quien nos crea y sostiene en Su voluntad para que dependamos de Él en todo (mencionando Gn. 1 y 2; Hechos 17:25; Is. 40:28; y Sal. 100:3). De este fundamento provienen los dos grandes pilares de Su ser ­– la luz y el amor. La luz habla de la majestad, la verdad y la santidad de Dios (como podemos ver en 1 Jn. 1:5; y 1 Ti. 6:15 y 16). Además, nuestro Dios es un Dios de amor. Por amor nos creó a su imagen para que pudiéramos tener comunión con Él. Es así, entonces, que la única respuesta apropiada de nuestra parte es la adoración (lo cual leemos en Dt. 6:4 y 5)

En segundo lugar: El hombre desobedeció a Dios y se rebeló voluntariamente. A esto, la Biblia le llama pecado. Nosotros debemos definir el pecado y hacer ver sus consecuencias a este mundo perdido.

El pecado está compuesto de dos partes: la primera es actuar y pensar que soy mi propio dios, y así vivir como si Dios no existiera. Romanos 1:21 identifica esta actitud cuando define al pecado como una forma de no adorar a Dios, ya que haciendo esto negamos todo lo que Dios nos ha revelado acerca de sí mismo. La segunda parte, es que el pecado significa rebelarse contra Dios, quebrantar su ley. Mencionar los Diez Mandamientos al evangelizar, ayuda a la gente a sentirse culpable por su pecado, y crea deseo por el perdón que sólo se encuentra en Cristo (al respecto podemos leer Ro. 3:12; Stg. 2:10; y Jer. 17:9).

La consecuencia del pecado es la muerte. La Biblia habla de la muerte como una separación espiritual y física, ya que estos dos elementos, espíritu y cuerpo, cuando se unen comprenden la esencia de la vida. La muerte física es la separación del cuerpo. Los síntomas de una enfermedad y el sufrimiento físico indican que una muerte física se aproxima. La muerte espiritual significa la eterna separación de Dios y los síntomas previos a este tipo de muerte incluyen el odio, la guerra, la aberración, el despropósito, la culpa y la desesperación (podemos mencionar Is. 59:2; y Ef. 2:1).

En tercer lugar: Cuando usted lee el Antiguo Testamento puede ver claramente que Jesucristo vino para cumplir tres roles: ser profeta, sacerdote y rey. En el evangelismo de los últimos cientos de años, se ha tendido a hablar sólo de su rol como Salvador. Esto ha llevado a que muchas personas tomen “decisiones por Cristo” muy superficiales. Debemos presentar a Cristo en sus tres roles – su vida perfecta, su muerte sacrificial, y su resurrección victoriosa. Como profeta, Él mostró a Dios a través de sus enseñanzas y su vida (lo vemos en Dt. 18:15 al 19; Jn.1:14 al 18; y 7:16 al 24). Su vida perfecta lo hizo aplicable para sustituirnos como sacrificio. Por otra parte, el rol del sacerdote era representar al pueblo frente a Dios. Debemos presentar la cruz no como una vaga demostración del amor de Dios, sino como el lugar histórico donde Dios, a través de la muerte de su Hijo, asumió el pecado de todo el mundo. Dios sigue siendo justo y santo, y aun así nos ama por causa de Cristo, quien cargó con nuestros pecados (lo que vemos en 1 P. 2:24; He. 7:27; y 10:10).

También debemos hablar de su labor como Rey. El Nuevo Testamento se refiere a Jesucristo como “Salvador” veinticuatro veces, pero lo llama Señor 694 veces – más de veintiocho veces por cada mención como “Salvador.” Todos los que aceptan a Jesús como Salvador deberían aceptarlo también como su Rey. Jesús vive para gobernar a su pueblo en amor y en verdad (esto leemos en Mt. 25:24; Hch 2:36; y Ap. 5).

 

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