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Autor: William MacDonald

No debemos pensar que todos los santos que se dedicaron en forma espectacular, vivieron en tiempos bíblicos. El Señor siempre ha tenido un remanente de hombres y mujeres que le entregan sus vidas completamente.


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PE2220 – Estudio Bíblico
“Compromiso total” IV (3ª parte)



Como ya dijimos, estimados oyentes, vamos a hablar hoy del Compromiso en la Historia Reciente. Investiguemos, entonces, el último siglo o los dos últimos. ¿Acaso las líneas de los comprometidos están disminuyendo? Quizá las presiones de la vida moderna, el amor a las cosas materiales, y la preocupación por el placer, han causado que muchos olviden sus promesas y su primer amor. Pero, la voz del Espíritu Santo sigue llamando a hombres y mujeres a entregarse completamente y, cada tanto, algunos responden.

Por ejemplo, Anthony Norris Groves (quien vivió entre 1795 y 1853), fue el primer misionero de los Hermanos Libres en Asia. Un dentista pudiente, que dejó el lujo y el prestigio para predicar el evangelio en Bagdad, luego en India, poniendo en práctica los principios de la devoción cristiana. Al hacer esto, demostró que era posible tomar las enseñanzas del Señor literalmente. Él enseñó que el gran propósito de la vida es exaltar a Jesús, y que debemos entregar todo lo que tenemos para alcanzar esta meta. El lema del cristiano debe ser “Trabajar duro, consumir poco, dar mucho, y todo para Cristo”. En su discipulado radical, él creía que amontonar tesoros en la tierra era tan contrario a la Palabra de Dios como el adulterio. ¿Quién puede negarlo si la Biblia prohíbe ambos?

John Nelson Darby (1800 a 1882), contemporáneo de Groves, tenía el mismo espíritu abnegado. Él atravesó las montañas Wicklow de Irlanda y vio a cientos de católicos romanos ganados para Cristo. Predicó en el continente por veintiséis años sin desempacar su valija. Dondequiera que iba, plantaba congregaciones neotestamentarias. Vivía, por días, alimentándose sólo de leche y nueces. Un día se sentó en un hospedaje italiano barato y cantó: “Jesús, yo he llevado mi cruz, todo dejé para seguirte a ti.” Sus viajes lo llevaron a la mayoría de los países del mundo angloparlante. Tradujo la Biblia al francés, al alemán y al inglés, y sus escritos completan más de treinta y cuatro volúmenes. Dios lo usó para desarrollar la teología dispensacional, y revivir la verdad del Rapto de la Iglesia y del sacerdocio de todos los creyentes. Dwight L. Moody y C. I. Scofield fueron grandemente influenciados por sus enseñanzas. Los colegios bíblicos en los Estados Unidos también sintieron el impacto de su enseñanza. Pocos hombres después del apóstol Pablo han tenido un ministerio tan amplio. Su filosofía era “¡Ah, qué gozo no tener nada, no ser nada, no ver nada más que a Cristo en gloria, e interesarse nada más que en Sus intereses aquí!”

George Müller (1805 a 1892), es conocido por su orfanato en Bristol, Inglaterra. Éste último era llevado adelante por fe, sin hacer conocidas sus necesidades financieras. El propósito de Müller era mostrar a la gente de Bristol que existe un Dios en el cielo que responde a las oraciones. Un día, Arthur Pierson le preguntó: “¿Cuál es el secreto de tu gran trabajo y de las cosas maravillosas que el Señor ha hecho a través de ti?” Müller miró hacia arriba por un momento, luego inclinó su rostro cada vez más abajo hasta que casi estaba entre sus rodillas. Se mantuvo en silencio por un momento y dijo: “Hace muchos años llegó el día en el que George Müller tuvo que morir. Cuando era joven tenía muchas ambiciones, pero un día morí a todas esas cosas, y dije: ‘De aquí en adelante, Señor Jesús, que no se haga mi voluntad sino la tuya; y, desde ese día, Dios comenzó a obrar en y a través de mí.”

Otro ejemplo: Es el compromiso que David Livingston (1813 a 1873) tenía con Cristo, que es lo que lo hace grande. El mundo lo exalta como un explorador y firme opositor del mercado de esclavos, pero, en realidad, fue su vida para el Señor lo que sobresalió. Sus obras en África son puntos clave en la historia de las misiones cristianas. Su devoción total al Señor se expresaba en su lema “No daré valor a nada de lo que tengo o poseo, a menos que se relacione con el reino de Dios”. Cuando tenía 59 años, escribió: “Mi Jesús, mi Rey, mi Vida, mi Todo; vuelvo a dedicar todo mi ser a ti”. La palabra licencia no estaba en su vocabulario. Una vez le escribió a una sociedad misionera que estaba listo para ir a cualquier parte – siempre y cuando fuera hacia adelante. Un día sus hermanos africanos lo encontraron de rodillas – muerto. Su corazón fue enterrado en África, y su cuerpo fue sepultado en la Abadía de Westminster. Allí se lee: “Durante treinta años, su vida estuvo dedicada a un incansable esfuerzo por evangelizar”.

Un biógrafo de Frances Ridley Havergal (1836 a 1879), dijo acerca de ella: “No tenía ninguno de los títulos famosos comunes. Lo que la hacía única era la plenitud de su experiencia espiritual… En su consagración no había límites ni reservas. Aprendió el secreto del abandono, entregándose absolutamente a Dios. En virtud de esto, sus escrituras alcanzaron y conmovieron multitudes de almas con un poder extraño y penetrante”.
Cuando tenía veintiún años, vio una pintura de Cristo, Ecce Homo, en la Galería de Arte de Dusseldorf. Se conmovió tanto que escribió su primer himno:

Di mi vida por ti,
Derramé Mi preciosa sangre,
Para que pudieras ser redimido,
Y rescatado de la muerte;
Yo di, di Mi vida por ti,
¿Qué has dado tú por Mí?

La casa de luz de Mi Padre,
Mi trono rodeado de gloria,
Todo dejé por la noche terrenal,
Por caminos tristes y desolados:
Yo dejé, dejé todo por ti,
¿Tú has dejado todo por Mí?

Sufrí mucho por ti,
Más de lo que la lengua puede expresar,
La más amarga de las agonías,
Para rescatarte del infierno;
Yo soporté, soporté todo por ti,
¿Qué has soportado tú por Mí?

Y te he traído a ti,
Desde mi hogar allá arriba,
Plena y gratuita salvación,
Mi perdón y Mi amor;
Yo traje, traje grandes regalos para ti,
¿Qué me has traído tú a Mí?

Diecisiete años más tarde, ella resumió su autobiografía en seis versos, cada uno de ellos describiendo una experiencia real en su vida:

Toma mi vida, y permite que esté
Consagrada, Señor, a Ti;
Toma mis momentos y mis días,
Haz que fluyan con una incesante alabanza.

Toma mis manos, y permite que se muevan
Al ritmo de Tu amor;
Toma mis pies, y permite que sean
Ligeros y hermosos para Ti.

Toma mi voz, y permíteme cantar
Siempre y solamente para mi Rey;
Toma mis labios y permite que estén
Llenos de mensajes para Ti.

Toma mi plata y mi oro;
Ni una pizca quiero guardar;
Toma mi intelecto, y usa también
Todo potencial como Tú dispongas.

Toma mi voluntad, y hazla Tuya:
Ya no será mía jamás.
Toma mi corazón; es de Tu propiedad;
Será Tu trono real.

Toma mi amor; mi Dios, derramo
A Tus pies todo lo que hay en él.
Tómame y seré
Para siempre, sólo para Ti.

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