Cambio de la Ubicación de la Casa de Dios (3ª parte)

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14 junio, 2011
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Cambio de la Ubicación de la Casa de Dios

(3ª parte)

Autor: Wim Malgo

En Ex. 33:7, leemos: “Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión”. El propósito original de Dios de vivir en medio de Su pueblo fue cambiado. Veremos en este mensaje que esto tenía un significado profético de juicio, pues el conflicto entre la misericordia de Dios por un lado, y Su justicia y santidad por el otro, todavía no se había resuelto. Todavía no estaba decidido si el pueblo iba a ser perdonado o juzgado por su terrible apostasía e idolatría. .



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PE1750 – Estudio Bíblico
Cambio de la Ubicación de la Casa de Dios (3ª parte)



Hola amigos! ¿Qué tal? Continuando con el tema, tenemos que decir que: Era un hecho acusador que el tabernáculo de reunión, que Moisés había levantado, se encontrase en las afueras del campamento, y que la nube de la gloria del Señor descendiera cuando Moisés entraba en él.

Como ya vimos, el Señor de Israel se encontraba como una figura marginal, y ya no estaba en el centro. Del mismo modo, en muchos hijos de Dios, el Señor es igualmente sólo una figura marginal, Él está alejado del centro de su vida. Pues, tan pronto quieras destacarte en tu vida cotidiana en cualquier área, con cualquier cosa que pongas en primer lugar, haces que Cristo sea una aparición marginal en tu vida.

Pablo no quería que nadie suplantara a Cristo en el centro, y él mismo tenía una sola pasión: predicar a Cristo como crucificado en medio de sus oyentes (así leemos en Gál. 3:1). Seguramente Pablo era culto y un orador de primer orden. Él nunca hablaba con humildad sumisa, e igualmente nos dice, en citas como 1 Corintios 2:1 y 2:4, lo siguiente: “Yo encubriría el poder de Dios, si al predicar el evangelio como ‘maestro orador’ quisiera impresionar a los hombres.” Es que la fe en Jesús es un milagro que sólo puede ser producido por el poder sanador de Su muerte en la cruz, esto es: no por palabras impresionantes o por halagos y propaganda, sino solamente por el poder de Dios. A eso, no se le debe agregar nada.

Veamos ahora, que: El poder creador de la fuerza redentora de Cristo obra a través de la predicación del Evangelio, pero nunca a través de la personalidad del predicador. El verdadero ayuno del predicador no consiste en la abstención de comida material; consiste mucho más en abstenerse de la elocuencia de palabras, de querer causar impresión y de una manera altisonante de expresarse; en general, de todo lo que pueda estorbar la presentación clara del evangelio de Jesucristo. El predicador es como un representante de Dios, “como si Dios rogase por medio de él”(como se expresa en 2 Cor. 5:20). Él no está para levantar ideales humanos, sino para presentar el evangelio de Dios. Si los hombres sólo por mi predicación desean ser mejores, entonces nunca se acercarán a Jesucristo. Todo lo que me exalte a mí o a otro predicador en la presentación del evangelio, finalmente me hará un traidor de Jesucristo, porque a través de eso impido al poder creador de la redención hacer su obra. Porque entonces me colocaría a mí mismo en el centro, y Cristo en mi vida se quedaría degradado a una aparición marginal.

Ésta es la tragedia de tu vida. Has desplazado a Cristo del centro de ella, y por eso el Señor te dice en Éx. 33:5:“Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer.”Y de Israel es dicho entonces:“Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte Horeb”.Ellos querían tener otra vez al Señor en el centro. Pero hay tiempos en que el Señor no puede quitar la oscuridad de tu vida. Entonces, sólo confía plenamente en Él.

Dios te parecerá, quizás, como un amigo falto de amor, sin embargo no lo es; o como un padre que no es natural, y sin embargo no lo es; o tal vez te parecerá como un juez injusto, y sin embargo no lo es. ¡Deja que se haga cada vez más grande y fuerte en ti la idea de que Dios, como el Señor y tu Salvador, está detrás de todo! Porque, como dice Romanos 8:28:“… sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…”No puede suceder ni lo más mínimo, sin que detrás de eso esté la voluntad de Dios. Es por eso que te puedes apoyar con total confianza en Él.

Orar no es sólo pedir; orar es una disposición de ánimo que produce una atmósfera en la cual el pedir es algo muy natural.“Pedid, y se os dará”(nos dice Mt. 7:7).

Eso hizo el pueblo de Israel en su desasosegada desesperación, al no saber lo que el Señor habría de hacer con ellos después de haberlos sacado de Egipto, y de haberse distanciado de ellos en el camino hacia la tierra prometida. Se extendían hacia Él; seguían con la vista a su mediador, cuando éste iba al tabernáculo y luego entraba en él – “¡Pongamos nuestra mirada en Jesús!” Es conmovedor ver cómo se nos describe esa actitud de Israel en Éxodo 33:8 al 10. Leámoslo otra vez, según la Biblia de las Américas,

Versículo 8:“Y sucedía que cuando Moisés salía a la tienda, todo el pueblo se levantaba y permanecía de pie, cada uno a la entrada de su tienda, y seguía con la vista a Moisés hasta que él entraba en la tienda.”Versículo 9:“Y cuando Moisés entraba en la tienda, la columna de nube descendía y permanecía a la entrada de la tienda, y el Señor hablaba con Moisés.”Y Versículo 10:“Cuando todo el pueblo veía la columna de nube situada a la entrada de la tienda de reunión todos se levantaban y adoraban, cada cual a la entrada de su tienda.”

Estos tres versículos van de acuerdo con el pensamiento de la entrada por la puerta: el primer versículo señala la contraposición entre la puertadela tienda (tabernáculo) y las puertasdelas tiendas, entre las cuales el mediador sigue su solitario camino. El segundo, se desarrolla únicamente en los límites de la puerta del tabernáculo, en el cual se encontraban Dios y el mediador. Y el tercero, se refiere a la contraposición entre las puertasdelas tiendas y la puertadeltabernáculo.

Observemos ahora más de cerca ese camino del mediador hacia el tabernáculo de reunión (en el v. 8):“Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo…”Si nos imaginamos en aquella situación, nuestra vista se desprende, como la de todo el pueblo, de las tiendas y sus puertas, y somos atraídos, como por una fuerza magnética, en pos de aquel hombre que sale del campamento: “…Todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés.” Aquí tenemos tres expresiones que nos muestran el compromiso de su corazón y anhelo hacia el Señor: Ellos “se levantaban… se ponían en pie… miraban en pos”. Todo su ser interior está incluido. La meta a la cual se levantan, dirigen y miran, sin embargo, no es ese hombre, sinola puertaa la cual él se dirige y por la cual entra: “… hasta que él entraba en el tabernáculo.” Ésta es la única puerta que era de importancia, la cual entonces era inalcanzable para ellos.

Ese pasaje se refiere a las dos entradas – hacia Dios y hacia nosotros – de las cuales también trata el discurso de Jesús en Juan 10:7 y 9: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. (…) Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…” Lo desastroso en Éx. 33 es que estas dos puertas no eran inmediatamente contiguas (como en el caso de Jesús), sino que estaban separadas. El tabernáculo ya no se encontraba en el campamento. Y, a pesar de que la puerta de este lado estaba abierta, la puerta del tabernáculo permanecía siendo inalcanzable para los que habían sido llamados, escogidos, y que estaban unidos con Dios, bajo la protección de Dios y que eran guiados por Él – pero que, sin embargo, no eran uno con Él!

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