Cambio de la Ubicación de la Casa de Dios (2ª parte)

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14 junio, 2011

Cambio de la Ubicación de la Casa de Dios

(2ª parte)

Autor: Wim Malgo

En Ex. 33:7, leemos: “Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión”. El propósito original de Dios de vivir en medio de Su pueblo fue cambiado. Veremos en este mensaje que esto tenía un significado profético de juicio, pues el conflicto entre la misericordia de Dios por un lado, y Su justicia y santidad por el otro, todavía no se había resuelto. Todavía no estaba decidido si el pueblo iba a ser perdonado o juzgado por su terrible apostasía e idolatría. .



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PE1749 – Estudio Bíblico
Cambio de la Ubicación de la Casa de Dios (2ª parte)



Estimados amigos, analizando las expresiones de Éxodo 33:7 al 11, habíamos visto que:

La infatigable repetición de una determinada palabra pone al descubierto el nervio central del acontecimiento.

Que: La confrontación de expresiones, similares o contradictorias, describe la tensión del suceso.

Que: La línea principal está indicada por la palabra “tabernáculo o tienda”, que aparece casi en cada frase y se repite once veces.

Que: En la primera sección, tenemos tres veces la confrontación del tabernáculo de reunión y su emplazamiento afuera del campamento.

Que: En la segunda sección, encontramos siete veces la confrontación de las tiendas, esto es, de las puertas, alternativamente del tabernáculo y de las tiendas de la comunidad.

Y que: En la tercera y última sección, encontramos la expresión“hablar”,con las características de intimidad y cercanía:“cara a cara”o:“como cualquiera habla a su compañero”.Para finalizar, habíamos dicho que: La expresión “tabernáculo” (o tienda), señala que es algo provisorio. Que no es algo permanente, sino que es así como cuando acampamos: siempre es sólo por un corto tiempo. Y que antes que una persona se arrepienta, antes que un creyente se deje avivar, sucede lo mismo: todo aún está en suspenso. Ser partícipe de la gracia o del juicio, dependerá de cuán genuino sea su arrepentimiento.

Continuamos viendo ahora lo siguiente: Que la palabra“tienda”(o tabernáculo) sea utilizada once veces, es muy notable para la relación de Israel con su Dios. Pues, once significa, en sentido bíblico, “incompleto”. Aún estaban bajo las palabras divinas de Éx. 33:5:“Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de hacer”.La traducción “La Palabra de Dios para Todos”, lo expresa así:“Quítense todas las joyas mientras decido qué voy a hacer con ustedes.”El pueblo estaba lleno de temor y lleno de expectación. Eso está expresado en la palabra “tienda”, once veces repetida. En el Nuevo Testamento fueron once, también, los discípulos que estuvieron llenos de temor y huyeron. O pensemos en los once hijos de Jacob. Los portadores de maldición, Canaán y Esaú, igualmente tuvieron once hijos. También es interesante leer, en la ley, que once defectos excluían del servicio sacerdotal. Asimismo, el número once es claramente reconocido como antagonismo, insuficiencia y desorden. Por eso, la situación de Israel era tan desolada, tan desconsolada, porque el Señor ya no quería ir adelante; sí, ya no quería vivir en medio de ellos.“… Pero yo no subiré en medio de ti… no sea que te consuma en el camino.”Dicho concretamente: En el tabernáculo de reunión, el Señor llegó a ser una figura marginal, meramente óptica, para Israel y en Israel.

A esta altura, es pertinente hacernos esta pregunta: ¿Este“tabernáculo de reunión”,mencionado en Ex. 33:7, es el mismo tabernáculo que se menciona en Éx. 40:1 y 2? Allí dice:“Luego Jehová habló a Moisés diciendo: En el primer día del mes primero harás levantar el tabernáculo, tabernáculo de reunión”.La respuesta debe ser: No, se trata de dos tabernáculos diferentes. Moisés levantó esta tienda para sí mismo, porque él quería distanciar al Señor y distanciarse a sí mismo del encuentro y comunión con el pueblo (en sentido espiritual, un distanciamiento físico), así como el Señor y él estuvieron lejos del pueblo cuando éste había negado al Señor por medio del becerro de oro. Y recién cuando Moisés alcanzó la gracia de Dios para el pueblo, por medio de la intercesión, levantó la verdadera tienda, el tabernáculo de reunión, y esta vez no para sí mismo, sino para el Señor. Esta tienda era la morada del Señoren medio de ellos. Gracias sean dadas a Dios por esta gracia restauradora que obró tan eficazmente. Aquí, en Éx 33:9, Moisés entraba en el tabernáculo, y la columna de nube, la columna de gloria, le visitaba a la puerta:“Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés”.En contraposición a esto, en el verdadero “tabernáculo de reunión”, el Señor estaba adentro de él. Él moraba allí, y Moisés se acercaba, cuando era llamado, para recibir las instrucciones divinas. Así leemos en Lev. 1:1: “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión”.

La trágica situación de que el Señor tuviera que alejarse por causa de la idolatría de Israel, se repite millones de veces en el caso de los creyentes apóstatas. ¿Acaso también te has alejado de Él por causa de la idolatría, sea ésta en la forma que sea, de modo que Él tuvo que distanciarse de ti? Esto es justamente lo que dice 2 Crónicas 15:2: “Jehová estará con vosotros, si vosotros estuvieres con él; y si le buscareis, será hallado de vosotros; mas si le dejareis, él también os dejará.”

Era un hecho acusador que el tabernáculo de reunión, que Moisés había levantado, se encontrase en las afueras del campamento, y que la nube de la gloria del Señor descendiera cuando Moisés entraba en él. Como ya vimos, el Señor de Israel se encontraba como una figura marginal, y ya no estaba en el centro. Del mismo modo, en muchos hijos de Dios, el Señor es igualmente sólo una figura marginal, Él está alejado del centro de su vida. ¿Cómo está el centro de tu vida? Pablo, en Filipenses 1:21, atestigua que Cristo es el centro de su vida: “Porque para mí el vivir es Cristo…” Y en 1 Co. 2:2, él atestigua, en vista de su mensaje: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado”. ¡Éste era el secreto de su autoridad!

Más tarde, cuando el Señor moraba en medio de Su pueblo, el centro al cual todos acudían era el altar, el cual estaba en frente del tabernáculo, donde se traían los sacrificios. Eso es una figura profética del Gólgota, donde Jesucristo fue sacrificado por nosotros. Y todos los que querían ser salvos, debían ir a ese lugar. “Ven a la cruz con tus cargas, cansado peregrino; junto a la cruz puedes descansar, allí hay paz.” Juan 19:18, menciona expresamente que Jesús era la imagen central en el Gólgota; que Él estaba en el centro: “Y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.” Tan pronto quieras destacarte en tu vida cotidiana en cualquier área, con cualquier cosa que pongas en primer lugar, haces que Cristo sea una aparición marginal en tu vida. Entonces, se encontrará en el centro lo que tú veneras. Sé bien franco: ¿Cuál es el centro de tu vida? ¿Es tu trabajo, tu profesión, tu hobby, tu propiedad, tu renombre, tu fama?

Cuando leemos 1 Corintios 1, nos damos cuenta de que los creyentes de Corinto tenían en el centro a los predicadores. Pero, Pablo desecha categóricamente dejarse honrar por los “fans” de Pablo. El exclama en 1 Corintios 1:12 y 13: “Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros?” Pablo no quería que ninguno suplantara a Cristo en el centro, y él mismo tenía una sola pasión: predicar a Cristo como crucificado en medio de sus oyentes (así leemos en Gál. 3:1). Seguramente Pablo era culto y un orador de primer orden. Él nunca hablaba con humildad sumisa, e igualmente nos dice, en citas como 1 Corintios 2:1 y 2:4, lo siguiente: “Yo encubriría el poder de Dios, si al predicar el evangelio como ‘maestro orador’ quisiera impresionar a los hombres.” Porque la fe en Jesús es un milagro que sólo puede ser producido por el poder sanador de Su muerte en la cruz, esto es: no por palabras impresionantes o por halagos y propaganda, sino solamente por el poder de Dios. A eso, no se le debe agregar nada.

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