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Caleb

Su Lucha

(4ª parte)

Autor: Esteban Beitze

En medio de la noche oscura de la incredulidad, desazón y cobardía, aparece una luz que ilumina el camino, que da confianza y seguridad. Es un hombre que, en medio de la oposición y grandes retos, demostró ser un líder íntegro, capaz y perseverante. Ese hombre fue Caleb. Hoy, como nunca antes, la mies del Señor requiere de creyentes y, sobre todo, de líderes firmes, íntegros, que sirvan de ejemplo para otros. Caleb lo fue, tú también lo podrás ser. ¿Estarás dispuesto a ser usado por Dios?


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PE1473 – Estudio Bíblico – Caleb – Su Lucha.mp3


 


Mi amigos, la tierra que Caleb eligió para vivir fue Hebrón, que podemos tomar como un símbolo de lo que Dios puede y quiere hacer en la vida de cada persona que esté dispuesta a enfrentarse en la lucha con los gigantes interiores.

Existen gigantes que nos infunden miedo, que nos causan problemas y todavía tienen bajo su domino algunas áreas de nuestra vida. Lógicamente, esto no sólo quita la posibilidad de más bendiciones, sino que es una fuente continua de conflictos, divisiones y deshonra para el nombre de Dios. Existen tres gigantes que tienen que ser quitados de la vida de los creyentes.

En primer lugar: El gigante del orgulloLa Biblia dice en 1 Pedro 5:5:“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”.

En segundo lugar: El gigante de la avariciaJesús dijo enfáticamente en Mt. 6:24:“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.

Y en tercer y último lugar: El gigante de la impureza

La impureza en sí empieza en los pensamientos. Por esto, en 2 Corintios 10:5, Pablo nos muestra que por medio de nuestras armas espirituales debemos estar“… llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo”.

El apóstol Juan resume los aspectos con los cuales el creyente es tentado, en 1 Jn. 2:16, diciendo:“… los deseos de la carne (la impureza), los deseos de los ojos (la avaricia), y la vanagloria de la vida (el orgullo)…”.Por lo tanto, la búsqueda del reconocimiento público, la avaricia y la impureza son los talones de Aquiles de los cuales se tienen que cuidar todos aquellos que quieren ser siervos de Dios. Cuando hubo alguna caída en pecado de un líder, siempre ha sido en una de estas áreas. Por lo tanto, te pregunto: ¿todavía permites que el gigante del orgullo, de la avaricia o de la impureza maneje tu vida? Entonces sigues permitiendo una zona de conflicto porque, con esta actitud, quizás sin darte cuenta, hieras a muchas personas.

Lo más triste es que todavía sigue siendo territorio ocupado por el enemigo, y con esto causas deshonra al Señor y te pierdes muchas bendiciones. Satanás hará cualquier cosa con tal que no vivamos en toda la plenitud de la vida celestial, de comunión con Dios. Debemos estar muertos al mundo para gozar de la plenitud de la vida celestial.

Recién cuando los gigantes son erradicados de nuestra vida, ésta se podrá convertir de “Ciudad de Arba” en “Ciudad de comunión, y de refugio”. Entonces no sólo tendrás una comunión mucho más profunda con el Señor sino que también la tendrás con tus hermanos. Tu testimonio trascenderá, y la gente se acercará para encontrar refugio. Las almas heridas, despreciadas y con necesidad acudirán a ti, porque sabrán que serán escuchadas, valoradas y recibirán la ayuda justa. Tu vida será un lugar de bendición.

Hebrón, más tarde, fue la ciudad elegida para coronar a David por rey sobre Judá. Allí gobernó 7 años y medio hasta que fue hecho rey sobre todo Israel y pasó a gobernar desde Jerusalén. Cuando se quiten los gigantes – los enemigos de Dios – el Rey de reyes estará sobre el trono y esto será de bendición para nosotros y para los demás.

¿No quisieras ser un “Hebrón”, espiritualmente hablando? Ya sabes lo que tienes que hacer. Con la ayuda del Señor, ¡quita los gigantes de tu vida!

En el libro de Jueces, cap. 1, vers. 20, dice:“Y dieron Hebrón a Caleb, como Moisés había dicho; y él arrojó de allí a los tres hijos de Anac”.Y en Josué 11:22 se nos relata que:“Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod”.Por lo tanto, a pesar de haberlos echado de la tierra, todavía quedaron algunos descendientes de los hijos de Anac en las ciudades filisteas. Es muy probable que el tan conocido Goliat de Gat haya sido uno de ellos.

Es una realidad que los gigantes del orgullo, la avaricia y la impureza, nunca serán exterminados por completo. Siempre estarán a la expectativa para ver si pueden volver a ocupar el territorio perdido. Alguno de estos enemigos, o inclusive todos, siempre nos estarán rondando para ver si bajamos la guardia. Todos los líderes que han caído, lo han hecho en una de estas áreas. Alguien las llamó “las tres efes fatales”. Estas son fama, finanzas y faldas, esta última refiriéndose a la impureza sexual.

Podremos tener una, dos o varias victorias, pero estos enemigos seguirán presentes hasta el final de nuestras vidas. Somos concientes que varias veces hemos fracasado en echar al enemigo. Esto nos llena de vergüenza y tristeza. Satanás conoce muy bien los puntos débiles en nuestra armadura espiritual. Pero me he dado cuenta, que las derrotas en mi vida siempre sucedieron cuando la fuerza de la fe fue quitada por alguna otra cosa.

Descuido de la lectura y la obediencia a la Palabra de Dios, o de la oración y la comunión con mis hermanos. Una victoria plena sólo se consigue cuando existe obediencia absoluta a la Palabra de Dios. Caleb obtuvo una victoria absoluta porque echó completamente al enemigo y lo mantuvo lejos. Él fue el único que logró este tipo de victoria.

Si leemos el libro de Josué descubrimos una triste realidad. Caleb fue el único que logró una victoria total. Los demás no pudieron vencer a los enemigos que quedaban en su territorio. Cuando tuvieron más fuerza simplemente los hicieron tributarios, pero no los echaron de la tierra. Este hecho, sólo un poco más tarde, trajo tristes resultados. El pueblo de Israel fue engañado y llevado a alejarse de Dios. Como consecuencia, sufrieron muchas derrotas, deshonra e inclusive la pérdida de la posesión conquistada con tanto esfuerzo. Por lo tanto, ¡hagamos todo para que estos enemigos siempre estén fuera de nuestra vida! ¡No le demos lugar al diablo en ninguna forma!

El apóstol Pablo tenía la misma lucha. Uno de los gigantes que tuvo que enfrentar en su vida fue el orgullo de su renombre. Pero estuvo dispuesto a echarlo de su vida, como notamos en Filipenses 3:4 al 9, pero a continuación reconoció que todavía estaba en la lucha. Todavía no la había concluido, pero quería llegar firme a la meta.“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”(así lo leemos en los vers. 12 al 14). Éste también debe ser nuestro objetivo. Ésta debe ser nuestra meta.

Y llegamos así al último punto: La posesión

“Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb hijo de Jefone cenezeo, hasta hoy, por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel”(esto es lo que nos dice Jos.14:14).

Aquí encontramos el secreto del valor, la paciencia, la fe y la victoria de Caleb. En Hebrón, Caleb había discernido el premio del discipulado divino. En ese lugar Dios había entrado en contacto directo con su antecesor Abraham. Era el lugar de comunión, unión y pacto con Dios y como tal, el lugar de infinitas bendiciones. Para obtener esto, no importaban la lucha, la espera, las injusticias y los desprecios. Obtuvo la heredad,“por cuanto había seguido cumplidamente a Jehová Dios de Israel”.

También a nosotros el Señor nos tiene prometida una heredad. Jesucristo, antes de irse prometió:“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.Esta seguridad no sólo nos llena de consuelo frente a las pruebas sino que también nos anima y exhorta a varias cosas, como dice Pablo en Col. 1:9 al 12:“… pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz”.

¿Te das cuenta de lo que significa? ¡No es un millonario que te da una herencia, sino Dios mismo – el dueño del universo entero y del cielo en toda su plenitud – el que te promete una heredad! ¡Entonces vivamos un discipulado acorde con esta gloriosa heredad! Y llegará el momento en que descasaremos en paz, como sucedió en el tiempo de Caleb y se describe en Jos. 14:15:“Y la tierra descansó de la guerra”.¡Qué así sea en nuestra vida!

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