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Aspire a ser como Jesús 
(1ª parte)

Autor: William MacDonald

La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le hadado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE1837 – Estudio Bíblico
Aspire a ser como Jesús (1ª Parte)



La respuesta a la mayoría de los problemas que enfrentamos es la santidad, o la semejanza a Cristo. Por ejemplo, uno de nuestros problemas es cómo conocer la voluntad de Dios. La mayoría de los versículos que responden esa interrogante, tienen que ver con nuestro carácter (como Pr.3:5 y 6; o  Sal. 25:9). Queremos saber cómo ser efectivos en el evangelísmo. La respuesta está en la santidad (como vemos en Mt. 4:19).

Si queremos tener una vida efectiva de oración el Señor nos dice en Jn. 15:7:“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”.Como soldados que luchan por el Señor, necesitamos protección y efectividad.¿Cómo logramos esto? La armadura del creyente se encuentra en Efesios 6:11 al 18. Es el carácter cristiano. Lo mismo sucede en todos los aspectos de la vida cristiana. Dios no nos da una atractiva lista de diez principios. En lugar de eso, enfatiza nuestra vida personal. Lo demás viene solo.

Siempre deberíamos orar: “Señor, haznos cada vez más como Cristo y cada vez menos nosotros mismos”. Ningún cristiano argumentaría en contra del hecho de que deberíamos ser cada vez más como el Señor Jesús. No existe una meta superior ni una ambición más elevada que ser semejante a Cristo. Uno de los grandes objetivos de Dios para su pueblo, es conformarlos ala imagen de su hijo. El propósito de Dios es hacernos como Jesús. Esto se enseña a lo largo del Nuevo Testamento y, a menudo, lo escuchamos, también, en los sermones.

Pero, aún existe una pregunta: “¿Cómo se logra esto?” En una forma práctica y en nuestro andar cotidiano, ¿cómo podemos hacer para que Dios logre una semejanza cada vez mayor al Señor Jesús en nuestras vidas? Una cosa es saber qué hacer y otra cosa es cómo implementarlo.

En las “Notas Diarias de la Unión Escritural” se podía leer lo siguiente: “La imagen de Dios no se ve en forma de nuestros cuerpos, sino en la belleza de una mente y un corazón renovados. La santidad, el amor, la humildad, la mansedumbre, la bondad, el perdón, todas estas cosas constituyen el carácter divino”.

Pablo, en 2 Co. 3:18, nos dice que somos transformados a Su imagen a medida que lo contemplamos. Esto significa que si estudiamos Su vida como Hombre aquí en la tierra y también Su vida presente ala diestra de Dios, entonces con la disciplina de la determinación, procuraremos seguirle, caminar como Él caminó, y ser conducidos por Su ejemplo.

Existen dos versículos claros en el Nuevo Testamento, en los cuales el Señor Jesús es presentado como un ejemplo para que lo sigamos. Ellos son Jn.13:15, que dice:“Porque ejemplo os he dado,para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”.(dicho esto cuando acababa de lavar los pies de los discípulos). Y también 1 Pedro 2:21,que nos dice:“Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis Sus pisadas”.

Está por demás decir que nunca podremos alcanzar Su perfección aquí, o compartir atributos que pertenecen únicamente a Dios. Pero, no deberíamos usar esto como una excusa para quedarnos satisfechos con elstatus quo. Deberíamos luchar para alcanzar la meta.

 Si bien Cristo mismo es nuestro ejemplo supremo, a menudo podemos aprender lecciones valiosas sobre cómo imitarlo cuando le vemos reflejado en las vidas de Su pueblo. ¿Acaso no es cierto que algunas veces leemos sobre Sus cualidades, pero parecen estar muy distantes de nosotros?Pero cuando encontramos un creyente que exhibe alguna cualidad de Cristo, en una forma particular, percibimos la verdad encarnada. Ya no nos parece tan teórico o impráctico. Por ejemplo, el tema del discipulado, puede que nunca cobre vida para nosotros hasta que lo veamos puesto en práctica a través de un discípulo,apasionado por obedecer los claros mandamientos de la Escritura.

Esto nos lleva a las preguntas centrales.¿Cómo es Jesús y cómo puedo ser más semejante a Él? ¿Cómo puedo vivir de tal modo que otros vean a Cristo en mí? ¿Cómo puedo imitar su carácter, su comportamiento,su forma de hablar?

Él era un Hombre del Libro. La mente de Cristo estaba llena de la Escritura. Él citaba la Palabra como su autoridad final. Los versículos que Él citaba daban siempre en el blanco, eran las palabras precisas para una ocasión particular.

Era un Hombre de Meditación. Él era el hombre bienaventurado del Salmo 1, cuyo deleite estaba en la ley del Señor. En dicha ley meditaba día y noche.

Era un adorador.El acto supremo de adoración de nuestro Señor fue su muerte en el Calvario, en obediencia a la voluntad de su Padre.

No se conformó al mundo.¿Acaso no dijo Él con respecto a sus discípulos:“No son del mundo,como tampoco yo soy del mundo”(como leemos en Jn. 17:16)? Él no era de este mundo en absoluto.Él no combatió con armas carnales.Cuando nuestro Señor fue juzgado delante de Pilato, según está escrito en Jn.18:36, dijo:“Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos;pero mi reino no es de aquí”.

Perfección Moral. El Señor Jesús no sólo vivió una vida sin pecado, Él vivió sin siquiera conocer el pecado y no hubo pecado en Él. Fue tentado desde afuera pero nunca desde adentro. No había nada en Él que respondiera al pecado.Joseph Stennett, escribió: 

Tú te hiciste en todo como un hombre,
Semejante en todo, pero sin pecado,
Para que nosotros pudiéramos ser como Tú,
Cosa que nunca habíamos sido.

Él no podía hacer las cosas por sí mismo, o actuar independientemente de Dios Padre. Dos veces, en Juan 5, dijo que Él no hacía nada por sí mismo (como leemos en los vers. 19 y 30). Al decir esto, no estaba negando su omnipotencia sino afirmando su absoluta igualdad con el Padre y la perfecta unidad de su voluntad con la del Padre.

En su libro, El Salvador sin Pecado, J. B.Watson ofreció el siguiente tributo al Señor Jesús:“Nunca sintió una pizca de arrepentimiento.Nunca fue consciente de alguna falta… nunca expresó arrepentimiento por alguna palabra o hecho, nunca admitió un error, nunca pronunció una confesión, o sufrió que alguien juzgara sus caminos o acciones. Él caminó sin apuro cada día, cumpliendo su obra señalada en cada hora, de manera que en su vida nunca hubiera atrasos. Al terminar cada día retenía la misma paz con la cual lo había comenzado”.

Otro admirador dijo: “Él fue tan inmaculado como hombre como lo es como Dios; tan puro en medio de las poluciones del mundo como en los días en los cuales era el deleite del Padre antes que el mundo comenzara”.

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