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Ame la Asamblea de Cristo 
(3ª parte)

Autor: William MacDonald

  La palabra discípulo ha sido por demás utilizada, y cada usuario le ha dado el significado de su conveniencia. El autor de este mensaje nos lleva a examinar la descripción de discipulado que presentó Jesús en sus enseñanzas, la cual se halla también en los escritos de los apóstoles, para que aprendamos y descubramos más acerca de este concepto.


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PE1922 – Estudio Bíblico
Ame la Asamblea de Cristo (3ª Parte)



¿Cómo están amigos? Habíamos visto que Dios ama la asamblea, Cristo ama la asamblea, y Pablo amó la asamblea. Que es un cuerpo del cual cada creyente es miembro, que Cristo es la cabeza, y también parte de ese cuerpo.

Veamos ahora un tema importante: El sacerdocio de todos los creyentes.

Todos los creyentes son sacerdotes. Somos sacerdotes santos y sacerdotes reales. En 1 P. 2:4 y 5, leemos:“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.Y, en 1 P. 2:9:“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

Los varones creyentes son sacerdotes. Las mujeres creyentes son sacerdotisas. Todos los creyentes lo somos. Y todos los creyentes tienen la función de sacrificar sus personas, sus posesiones, sus alabanzas, y sus servicios al Señor. Pero, el Espíritu de Dios coloca controles sobre el ejercicio público del sacerdocio.

Deberíamos sorprendernos de eso. Pensemos en los controles que el Espíritu coloca sobre el uso de las lenguas en la asamblea (según 1 Co. 14). Si alguien habla en lenguas, debe haber un intérprete. No más de tres personas pueden hablar en lenguas en una reunión. Además, debe hablar uno a la vez. Lo que digan debe ser de edificación. La mujer debe permanecer en silencio. Todas las cosas deben hacerse decentemente y con orden. Así se debe proceder con respecto al uso público del sacerdocio del creyente. En 1 Ti. 2:8, leemos:“Quiero, pues, que los hombres(lit.masculinos)oren en todo lugar”. Y en el vers. 12:“Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio”. No deberíamos sorprendernos de estos controles. Si el Espíritu de Dios puede colocar controles sobre el uso público de los dones en la asamblea, ¿por qué Él no puede hacer lo mismo con el sacerdocio de los creyentes?

Pasemos a otro punto importante: La pluralidad de los ancianos y santos en función.

Una asamblea local está constituida por santos, ancianos y diáconos. Filipenses 1:1 lo deja en claro:“Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos–”Así estaba constituida la iglesia en Filipos. Se reunían y perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la comunión, en el partimiento del pan y las oraciones (según Hechos 2:42). Creo que si unimos estos versículos, entonces tendremos una definición de lo que es una asamblea local. Es un grupo compuesto por santos, ancianos y diáconos, quienes se reúnen para perseverar en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración.

Una gran verdad con respecto a la asamblea es que no existe tal cosa como un sistema clerical. No hay un hombre que oficie la misma. Ésta es una verdad gloriosa. Son los santos quienes deben hacer la obra del ministerio. Los dones fueron dados“a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”(según Ef. 4:12). Es debido a esta porción de la Palabra de Dios que tengo comunión en una asamblea hoy en día. Yo estaba en Honolulu, cuando el Espíritu de Dios vino sobre mí en una forma muy real y me preguntó: “¿Por qué estás en una asamblea? ¿Estarías igual de feliz en una iglesia denominacional? ¿O en una iglesia bíblica? ¿Estás en la asamblea debido a que tu padre pertenecía a una asamblea? ¿Es por eso que estás allí?” Entonces dije: “¡Basta! Me voy a meter en la Palabra de Dios para ver qué enseña.” Realmente creo que el Espíritu de Dios me guió a este pasaje de la Escritura. Vi que todo creyente es un ministro, es decir, un siervo.

Debido a todos los siglos de tradición que giraron alrededor del sistema clerical, es difícil creer que la idea de que un hombre oficie en una iglesia, implementando la mayoría (sino todas) las prédicas, no es un patrón del Nuevo Testamento. Sin embargo, esa idea de dividir a la hermandad entre clero y laicos, no tiene respaldo escritural en absoluto.

Es algo ajeno al Nuevo Testamento. No existe sustento alguno para que alguien hable de “mi pastor”, o que algún predicador hable de “mi iglesia”. Tal concepto sencillamente no se encuentra en la Palabra de Dios. En ningún lugar del Nuevo Testamento existe referencia alguna a un hombre que sea el ministro de una iglesia. Presentaré a continuación algunas citas de algunas personas, muchas de las cuales tenían el oficio de cleros en alguna iglesia, y todos dicen lo mismo: no está bien.

Barnes, el comentarista bíblico, escribió: No hay ninguna alusión a alguien que sea superior a los ancianos y diáconos. Si Pablo hubiera supuesto que había un orden de prelados en la iglesia, ¿por qué no hizo alusión al mismo? ¿Por qué no se mencionan sus calificaciones? Si Timoteo mismo hubiera sido un prelado, ¿acaso no hubiera tenido que hacer algo al transmitirles el oficio a otros? ¿No se requerían algunas características peculiares, en dicho orden, que fueran dignas de mencionar? ¿No hubiera sido una cuestión de respeto, por lo menos de parte de Pablo, hacer algún tipo de alusión a las mismas si Timoteo mismo las tenía? No existía ninguna.

La gente dice: “Bueno, Pablo mismo era un ministro.” Escuche, lo máximo que Pablo permaneció en un lugar fue por dos años, en Éfeso. Durante la totalidad de su ministerio, él permaneció tres años allí. Pero, sólo se quedó por dos años en forma continua. Su estrategia era ver que la gente se salvara, verles edificarse en la fe, y seguir adelante. Como don para la iglesia, él se consideraba prescindible.

¿Qué decir de Timoteo? ¿Era él un ministro? Las Biblias antiguas solían tener un añadido que decía que él fue el primer obispo de la iglesia de Éfeso. Gracias a Dios ya quitaron eso en las Biblias contemporáneas. Timoteo no fue un ministro en una iglesia. Era un encargado itinerante de resolver problemas, al servicio del apóstol Pablo, pero no se establecía en una iglesia en particular. El Nuevo Testamento enseña sobre la pluralidad de los ancianos, pero no sobre el ministerio de un sólo hombre.

Alexander Maclaren escribió: No puedo evitar creer que la práctica presente de confinar la enseñanza pública de la iglesia a una clase oficial le ha hecho daño. ¿Por qué debería un hombre hablar siempre, y cientos de hombres que pueden enseñar deben permanecer sentados y escuchar, o fingir escuchar?

Detesto las revoluciones violentas, y no creo que una institución, ya sea política o eclesiástica, que necesite violencia para cambiar esté lista para el cambio. Pero sí creo que si el nivel de vida espiritual creciera entre nosotros, nuevas formas evolucionarían naturalmente, en las cuales se funda el gran principio de la democracia cristiana, es decir, “derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas.”

J. I. Packer añade su testimonio y dice: Con clericalismo me refiero a la combinación de la conspiración y la tiranía, en la cual el ministro proclama y la congregación consiente, que todo ministerio espiritual es su responsabilidad (del ministro) y no de ellos, una noción que es muy refutable en principio y que, a la vez, apaga al Espíritu en la práctica.

En su libro,La Nueva Sociedad de Dios, John R. W. Stott dice lo siguiente: ¿Cuál es entonces el modelo de iglesia que deberíamos tener en cuenta? El modelo tradicional es el de una pirámide, con el pastor colocado precariamente en el pináculo, como un pequeño papa en su propia iglesia, mientras los laicos están debajo de él en una serie de rangos inferiores. Esta es una imagen totalmente no bíblica, debido a que el Nuevo Testamento no presenta un pastor único con un rebaño dócil, sino una supervisión plural y un ministerio de todos los miembros.

Esto no lo escribió alguien que se opone al sistema clerical. Está escrito por un hombre que fue un clérigo en la Iglesia de Inglaterra.

Donald Gray Barnhouse, fue el pastor del Tenth Presbyterian Church en Filadelfia. Él dijo: A fines del primer siglo, hubo un sector dentro de la organización de la iglesia que había obtenido la victoria sobre los laicos, exaltándose a sí mismo a un lugar de dominio, pese a que Pedro había advertido contra algo así. Como se ve en la carta a la iglesia en Éfeso, en el segundo capítulo del libro de Apocalipsis, había en el primer siglo un grupo llamado Nicolaítas, el cual, como lo indica su nombre griego, había obtenido la supremacía sobre los laicos. Allí entonces se declara que el Dios todopoderoso detesta las obras de aquellos que abogan a favor de eso y promueven el gobernar sobre otros dentro del cuerpo de Cristo.

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