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Titulo: “Alegato para la profecía bíblica”(parte 3).

Autor: Norbert Lieth
  Nº: PE911

En este programa escucharemos del alegato del Señor para la palabra proféticaque leemos en Mateo 24 donde menciona sus declaraciones acerca de los tiemposfinales y nos exhorta a velar.

 

Descubre la aplicación de este alegatode Jesús para nuestro tiempo en los puntos concretos desarrollados en ésta ocación.


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“Alegato para la profecía bíblica” (parte 3).

Estimado amigo, me gustaría repetir algunos puntos clave que ya habíamos tocado, antes de seguir con el estudio: 

Un alegato es el discurso final en el cual, tanto fiscal como abogado, sintetizan su causa ante el jurado. Mateo 24:44-51 se puede considerar un discurso final, en el cual Jesús sintetiza las declaraciones antes citadas en Mateo 24. En su alegato, el Señor menciona sus declaraciones acerca de los tiempos finales y nos exhorta a velar. Y una de las maneras de hacerlo es ocuparnos de la palabra profética y permitir que otros la conozcan a través nuestro.

Nos hemos preguntado: ¿Qué es el “alimento a tiempo''?

– Una advertencia para la Iglesia de Cristo, Jesús vuelve pronto.

– También se refiere a que la palabra profética es el alimento sólido

con el cual nos debemos ocupar, y hacemos bien en atenderla.

La segunda pregunta que nos hemos hecho fue: 

¿Cuáles son las consecuencias cuando se da el “alimento a tiempo''?

1. El “alimento a tiempo'', hace que tengamos conciencia de la esperanza viva y que ésta vele dentro de nosotros.

Ahora quiero desarrollar el segundo punto: 

2. El “alimento a tiempo'' es el recurso más poderoso para la santificación.

¿Por qué Enoc vivió en una relación tan estrecha con su Dios? Acerca de él leemos: “Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios'' (Génesis 5:24). Encontramos la respuesta en la epístola de Judas: “De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares'' (Judas 1:14). Hace varios miles de años, Enoc ya supo y proclamó: ¡El Señor regresa! Este conocimiento hizo de él otra persona.

Una característica sobresaliente de un verdadero cristiano es la actitud de esperar y velar como un siervo fiel. Floyd Elmore dice: “La única posibilidad para la iglesia de Cristo, de evitar al mundo y ser verdaderamente uno, consiste en la obra del Espíritu a través de la predicación de la Palabra, y en una vida que espera el regreso del Señor.'' El Dr. Kling escribe: “La correcta esperanza de la venida de Cristo no nos permite estar inactivos ni improductivos, sino que nos llena del deseo de utilizar y mejorar constantemente cada don espiritual.''

La ansiosa esperanza del retorno de Jesús tiene consecuencias innegables sobre nuestra vida cotidiana: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios… Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz'' (2 Pedro 3:11-12.14). “… porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro'' (1 Juan 3:2-3). Aquel que crea que es posible ser santificado sin tener la esperanza viva del regreso de Jesús, está tremendamente equivocado, pues la verdadera purificación proviene del Espíritu de Dios. En Juan 16:13 se nos dice lo que él hace: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.''

El conocimiento de las profecías bíblicas trae muchas bendiciones al creyente: 

– Produce gozo en medio de la prueba (2 Corintios 4:17).

– Fomenta la pureza y una vida santificada (1 Juan 3:3).

– Como el resto de la Escritura, es provechosa para el andar cristiano (2 Timoteo 3:16-17)

– Nos enseña sobre la vida después de la muerte (2 Corintios 5:8).

– Nos instruye sobre el fin del mundo.

– Comprueba la confiabilidad de toda la Escritura, pues las muchas profecías ya cumplidas al pie de la letra no son un producto de la casualidad.

– Lleva a que nuestro corazón adore a Dios, quien tiene la historia en sus manos y quien hará cumplir Su voluntad.

Menospreciar la profecía conduce a la pérdida de estas bendiciones.

El siervo fiel y prudente

Se dice de él: “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así'' (Mateo 24:45-46).

La fidelidad y la prudencia se evidencian en la espera y la proclamación del regreso de Jesús. Una pregunta muy práctica: ¿Cuándo debemos comer? Diariamente. Para eso se tienen que hacer preparativos: Se tiene que cocinar, poner la mesa, servir y llamar a los comensales para comer. Toda la casa se impregna del aroma de la buena comida. Igualmente importante, también, es contar a diario con la venida de Jesús.

El Señor indica que quiere encontrar a su siervo haciendo estas cosas (vers. 46). El “alimento a tiempo'' no se puede repartir al azar, hacerlo un día y luego dejar de hacerlo. ¡No! Es algo que debe hacerse todos los días.

El siervo malo

En Mateo 24:48-49 leemos acerca de él: “Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzaré a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos…'' La infidelidad y la maldad evidencian el hecho de no esperar a diario el regreso de Jesús.

El siervo malo también piensa en la comida, pero lo hace de manera muy distinta. Mientras que el siervo prudente tiene presente el alimento para el futuro, el siervo malo se concentra únicamente en el aquí y ahora, tal como lo hacían las personas en el tiempo anterior al diluvio: “… estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca… '' (Mateo 24:38).

Aparte de todo lo necesario que hay que hacer día a día, ¿con qué ocupa usted mayormente su tiempo? ¿Con el futuro, con el reino de Dios, con los preparativos para el día del arrebatamiento? ¿Hace usted todo lo posible por anhelar la aparición de Jesús? ¿Es una petición con la que se presenta al Señor en oración? ¿Es el profundo anhelo de su corazón compartir con su prójimo el regreso del Señor Jesús y el cumplimiento de la profecía, ya sea verbalmente o por escrito? ¿O por lo general está ocupado consigo mismo? ¿Gira todo a su alrededor, alrededor del aquí y ahora, de su carrera y la de sus hijos? ¿Tiene constantemente algo que criticarle a su prójimo? ¿Trata de quedar siempre bien usted, dejando a otros mal parados? ¿Maldice a su prójimo, lo difama, hace comentarios a sus espaldas y no deja títere con cabeza?

Muchos se dan por satisfechos con la lapidaria comprobación de que, según la palabra profética, nadie sabe el día ni la hora del regreso de Jesús (Mateo 24:26), lo cual es cierto, pero el Señor no quiere que este conocimiento se transforme para nosotros en una cómoda almohada. En teoría se puede saber mucho acerca del regreso de Jesús, sin que necesariamente se lo esté esperando.

El siervo malo no piensa que el Señor ya no va a regresar. Él también cuenta con que retorne. Pero, para su perdición, cree que tardará en venir. No lo dice abiertamente, a lo sumo alguna vez en un círculo íntimo. A su entender, aún tienen que suceder muchas cosas antes que el Señor regrese. Tal vez, hasta argumente la tardanza del Señor con ciertos textos bíblicos.

Estas personas fueron engañadas por el enemigo. ¿Por qué? Porque precisamente para ellos, el Señor llegará de manera repentina e inesperada: “…vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe'' (Mateo 24:50).

Su postura interior es la que demuestra cuán purificada está su vida en realidad: ¿Aguarda ardientemente a Jesús, o es algo que le da igual? ¡No hable de purificación si no lo espera fervorosamente! Wim Malgo escribió una vez: “Si tú te has apartado realmente de los ídolos para servir al Señor, sin lugar a dudas lo estás esperando.'' El propio Señor Jesús se regocija en aquellos siervos y siervas que esperan ansiosamente Su venida y dan a su prójimo el buen alimento en el tiempo correcto: “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así'' (Mateo 24:46). ¡Ya es tiempo de que nos pongamos en marcha y lo hagamos!

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