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A los que Aman a Dios

Autor: Herman Hartwich

En este programa Herman Hartwich nos mostrará como José, un muchacho no querido por sus hermanos que pasó por muchas situaciones dolorosas de su vida, supo olvidar, y correr a la meta, llegando a hacer grandes cosas para Dios. ¡Acompáñenos y descubra las enseñanzas de aliento que nos deja este mensaje!


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PE1581- Estudio Bíblico – A los que Aman a Dios



Que tal, mis queridos amigos! En esta oportunidad quiero compartirles un desafío muy importante para sus vidas.

El que pudo decir“…y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su voluntad son llamados, antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”, que también pudo decir:“más a Dios gracias y del cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”, además dijo: “…no os ha sobrevenido ninguna tentación que no será humana, pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podréis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación de la salida para que podáis soportar.“, afirmó también: “…las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios, para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando todo pensamiento a la obediencia a Cristo“.

El que pudo decir todas estas cosas en Romanos 8:28, 2da Corintios 14, 1ra Corintios 10:13, 2da Corintios 10:4 y 5, es el que también pudo decir estas palabras que les voy a dejar de Filipenses 3:12 al 14:“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Mis queridos amigos, quiero confrontarlos con estas dos palabras que me han tocado personalmente. Son palabras que Pablo usa en la última escritura.

Olvidar, esta acción tan importante en la vida de una persona; olvidar lo que pasó.

Muchas veces lo he compartido desde este micrófono: hay dos días por los cuales yo no me debo preocupar, uno es por el día de “ayer”, ya que no puedo volver a recuperarlo. Y, el otro día es el futuro. “Mañana” no sé si es mío, si lo voy a alcanzar, debo ocuparme por el hoy.

Y la otra palabra (aparte de olvidando lo que queda atrás), es
Extendiéndome“…a lo que está adelante”.

¿Estarías tú dispuesto a olvidar tu pasado, iniciar una nueva vida extendiéndote a lo que está delante?

Seguramente que Pablo como todos nosotros los cristianos, le bendijo en su vida el testimonio de José el hijo de Jacob.

En el libro del Génesis encontramos esta historia. Si usted tiene una Biblia puede buscar en el libro del Génesis, y se encontrará con la historia de José. Realmente es maravillosa.

A modo de resumen podríamos decir que Él era uno de los 2 hijos menores de 12 hermanos del mismo padre; pero, eran de 2 mujeres distintas. Era el predilecto de su padre por ser hijo de la amada. La madre de José fue la mujer amada por su esposo. Era además – por la descripción que encontramos en el libro de Génesis- un joven confiable, era fiel, era bueno, tenía una lista de virtudes realmente maravillosas por eso era tan amado por su padre.
Él tenía 10 hermanos mayores pero que, lamentablemente, lo despreciaban y lo molestaban constantemente.

Él era el penúltimo, hijo de 12. Sus hermanos lo menospreciaban, lo molestaban. Fue incomprendido por sus familias, por sus hermanos, fue envidiado, fue victima fue casi muerto, ¿no hubiera sido mejor quizás morir? Pero. ¿Sabes una cosa? Dios sabe por qué y para qué tenemos que vivir. Es posible que tú como José hayas pensado: “mejor me muero, antes de seguir sufriendo todas estas injusticias”. Cuánta gente que dice que quiere morir quizás no quiere morir pero dice: “no puedo seguir viviendo así”.

Además fue vendido por sus hermanos.
¡Oh qué trauma! Dirá usted hoy día. Hoy día, desde el área de la psicología, esta situación sería vista como un trauma Si hoy día a un niño se le levanta la voz, y si su padre le hace una reprensión, seguramente ese niño tenga que ir al psicólogo por el trauma que tiene.
Pero no, José no tuvo trauma. Él esperaba en Dios.

¿Saben? llegó a ser comprado en subasta como un simple animal. Luego fue difamado, por la mujer de su amo, que pretendió abusar de él sexualmente.

Injustamente llegó a la cárcel. También sus compañeros de cárcel se olvidaron de él. El copero y el panadero, todos le olvidaron. Tú podrás pensar también que todos se olvidaron de ti. Pero, yo quiero decirte en esta oportunidad y con toda certidumbre, que Dios no se olvidó de José, y, tampoco se olvida de ti.

Un día, pocos años después, él llegó a ser el segundo señor del reino. “No es poca cosa para un traumado” diríamos hoy.
Viene el hambre a la tierra de su origen y aparecen sus hermanos muertos de hambre! ¡Cómo se dan vuelta las cosas! Ayer los que nadaban en las riquezas, hoy se mueren de hambre. Los que ayer nadaban en la riqueza, hoy están mendigando. Muchas veces los papeles se dan vuelta y se invierte en un abrir y cerrar de ojos.

¡Cuántos gozarían de la oportunidad de la venganza! Cuando esto ocurrió, José, no estaba dispuesto a vengarse. Realmente José hizo bien a sus hermanos. Dice que en Génesis capítulo 45, en el verso 5 al 7, “…ahora pues…
, le dice él a sus hermanos,“…no os entristezcáis, no os pese haberme vendido aquí, porque para preservación de vida Dios me ha enviado delante de vosotros porque ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra y aún quedan 5 años delante de los cuales no habrá arada ni siega. Y Dios me ha enviado delante de vosotros para preservaros posteridad sobre la tierra y para daros vida por medio de gran liberación”.

¡Qué maravilloso! El capítulo 50 en el verso 20 dice:“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”.

Mis queridos amigos el apóstol Pablo fue víctima de formas similares, y no patinó tampoco en esas circunstancias. Porque Pablo, al igual que José, confiaba en su juez y en su ayudador. Encomendaba su causa y seguía adelante.
Olvidaba lo que quedaba atrás. Se quitaba lo que se podría decir: todo peso, y corría,
corría sin descansar a la meta.

No dejes que lo pasado te derribe. Si tú vienes a Cristo, tu pasado ya no tiene poder.

Hay algunas consecuencias de tus errores, pero no pueden controlarte.
Corre, corre hacia la meta en el poder del Espíritu Santo. Es interesante como Isaías 43:18 y 19 dice: “No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”. Versículo 21:…“Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”. Y el 25: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”.

Si Dios borra tus rebeliones y perdona tus pecados olvidándolos, ¿por qué te permites que el diablo te torture, trayéndote constantemente al presente tus errores, tus pecados?.

Deja que el Señor mismo te liberte de tus pecados. Que te liberte de tu pasado. Corre hacia delante, corre hacia Jesucristo. ¡Abrázalo! Pídele perdón por tus pecados, pídele una nueva oportunidad para una nueva vida de victoria, de felicidad.
Ese es su plan para ti. Tú eliges.


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