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La Base para la Segunda Venida del Mesías 
(2ª parte)

Autor: Arnold Fruchtenbaum

  Acerca de las segunda venida del Mesías, existen dos opiniones extremas bien diferentes: Un grupo se burla de aquellos que creen que Jesucristo regresará, y el otro grupo intenta fijar una fecha exacta para Su regreso. Esa segunda venida depende de algunos requisitos, y ése será el enfoque de este mensaje.


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PE2018 – Estudio Bíblico
La Base para la Segunda Venida del Mesías (2ª parte)



Amigos, ¿cómo están? Habíamos dicho que Jesús profirió palabras de juicio sobre la ciudad de Jerusalén, y retiró el ofrecimiento del reino. Desde entonces, el pueblo judío ha tenido que esperar en Su venida.

Nos preguntamos, entonces, cuál es: La condición para la Segunda Venida. ¿Cuál es la base para la segunda venida de Jesús? Para saber esto es necesario estudiar otros cinco pasajes bíblicos.

Levítico 26:40-42 “Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición, yo también habré andado en contra de ellos, y los habré hecho entrar en la tierra de sus enemigos; y entonces se humillará su corazón incircunciso, y reconocerán su pecado. Entonces yo me acordaré de mi pacto con Jacob, y asimismo de mi pacto con Isaac, y también de mi pacto con Abraham me acordaré, y haré memoria de la tierra.” En Levítico 26, Moisés profetiza que los judíos un día serían dispersados por el mundo entero, a causa de su desobediencia a la voluntad revelada de Dios. Según el Nuevo Testamento, ese juicio fue consecuencia directa del rechazo de la mesianidad de Yeshua. La dispersión, posterior a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., es un hecho, de modo que la primera mitad de ese capítulo ya se ha cumplido.

Pero, entonces Moisés escribe, en el versículo 42, que Dios se acordará de Su pacto con Su pueblo de Israel, y dice que es Su objetivo declarado dar a Israel todas las bendiciones y promesas del pacto de Abraham – especialmente en lo que respecta a la tierra prometida. Pero, recién en la era mesiánica ellos podrán entrar a gozar de esas bendiciones, cuando hayan cumplido la condición del versículo 40: Deben confesar su culpa y la culpa (o: iniquidad) de sus padres. La palabra “iniquidad” se encuentra en singular y con un artículo definido. Existe una culpa determinada que Israel debe confesar antes de poder gozar de todos los beneficios del pacto abrahámico. Esa iniquidad fue cometida por sus padres y antepasados, pero tiene que ser confesada por la generación venidera, el remanente creyente del tiempo de la tribulación.

B. Jeremías 3:11-18 En los versículos 14-18, Jeremías comienza a describir las bendiciones que Dios tiene preparadas para Israel en el reino mesiánico. Será para los judíos un tiempo de enormes bendiciones y un tiempo de restauración cuando su Mesías establezca el reino. La bendición, sin embargo, depende de la condición descrita en el versículo 13. “Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y fornicaste con los extraños debajo de todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová.”

El remanente creyente de Israel que sobrevivirá al tiempo de la tribulación, tiene que confesar una iniquidad específica, que es el rechazo de la mesianidad de Yeshua durante Su primera venida.

C. Zacarías 12:10 El tercer pasaje se encuentra en el libro del profeta Zacarías. Los capítulos 12, 13 y 14 son una unidad, y desarrollan un mismo tema. El capítulo 13 habla de la purificación nacional de Israel de sus pecados. El capítulo 14 describe la segunda venida del Mesías y la institución del reino. Esos acontecimientos, sin embargo – la purificación de Israel, seguida por la segunda venida del Mesías y del reino mesiánico – tienen todas sus condiciones en Zacarías 12:10: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.”

Antes de que Israel experimente la purificación de su pecado, y antes de que regrese el Mesías para establecer Su reino, los judíos deben mirar a Aquél a quien traspasaron, y tienen que rogar por Su regreso. En cuanto hagan esto, entonces – y sólo entonces – serán purificados y comenzarán a gozar de las bendiciones de la era mesiánica.

D. Oseas 5:15 El cuarto pasaje está en Oseas 5. En todo ese capítulo es Dios quien habla. En el versículo 15, Él dice: “Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.” Para comprender este versículo, es necesario notar lo siguiente: antes que alguien pueda regresar a un lugar, primeramente tiene que haberlo abandonado. Dios dijo que Él regresaría a Su lugar. El lugar de Dios es el cielo. Antes que Dios pueda regresar al cielo, tiene que haberse ido de allí. La pregunta es: “¿Cuándo Dios ha abandonado el cielo?” Dios salió del cielo, cuando Él, en la persona de Jesucristo, se convirtió en ser humano allá en Belén. A causa de una cierta infracción cometida contra Él, Jesús regresó al cielo desde el Monte de los Olivos, en el Día de la Ascensión. El versículo continúa explicando que Él no volverá hasta que esa infracción, que causó Su regreso al cielo, haya sido confesada o expiada. ¿Cuál es la iniquidad nacional cometida por el pueblo judío contra el Mesías? No es, como se cree a menudo, Su crucifixión. Fueron paganos, no judíos, los que lo mataron. Él fue condenado por un juez pagano, y crucificado por soldados paganos. Pero, todo eso, en definitiva, no es relevante – era necesario de todas maneras que Jesús muriera. Que Él llegara a ser el sacrificio expiatorio para el pecado, era el plan de Dios. La iniquidad nacional de Israel fue el rechazo de Su mesianidad. Según este versículo, el Mesías sólo regresará a la tierra cuando esa iniquidad haya sido reconocida y confesada.

  E. Mateo 23:37-39 El quinto pasaje se encuentra en Mateo 23. Como ya hemos mostrado, este capítulo contiene la acusación de los escribas y fariseos contra Jesús. Ellos eran el liderazgo judío de esos días, y habían llevado al pueblo a desechar Su mesianidad. En los versículos 37-39, Él continúa hablándoles: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.” Al hablarles a los líderes judíos, Jesús repite Su deseo original de juntarlos cuando ellos lo acepten (v. 37). Pero, como ellos lo rechazan, son dispersados en lugar de juntados. Su casa, el templo judío, es dejado atrás, totalmente destruido y desolado (v. 38). Luego anuncia, que ellos ya no Le verán más hasta que digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Este saludo mesiánico se convierte en la señal para la aceptación de la mesianidad de Yeshua.

III. ConclusiónDe modo que Jesús no volverá a la tierra hasta que los judíos y los líderes judíos Le pidan que regrese. Del mismo modo como los líderes judíos llevaron al pueblo a negar la mesianidad de Jesucristo, así ellos, un día, deben llevar al pueblo a aceptar la mesianidad del Señor. Este hecho explica la guerra que Satanás realiza contra los judíos. Tanto en la historia de la humanidad en general, como también, y sobre todo, en el tiempo de la tribulación, se puede ver esta guerra. Satanás sabe que perderá su libertad en cuanto Jesús venga. También sabe que Jesús no regresará hasta que los líderes judíos se lo pidan. De modo que si Satanás destruyera a los judíos antes de que ellos, como nación, pudieran aceptar a Jesús, entonces Yeshua no regresaría y la carrera de Satanás estaría asegurada eternamente. El antisemitismo en todas sus formas – racista, étnico, nacional, económico, político, religioso o teológico — es parte de la estrategia diabólica para obstaculizar la segunda venida de Jesús. Ésta, entonces, es la base para la segunda venida del Mesías: Israel tiene que confesar sus pecados nacionales y rogar por el regreso del Mesías, “llorando como se llora por hijo unigénito”.

 

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