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Titulo: El futuro de Babilonia

Autor: Norbert Lieth
PE1311

Muchas veces la profecía bíblica entrelaza eventos cercanos con eventos de un futuro lejano, sin indicar el cambio de época. Y a veces, también, una profecía cercana, al mismo tiempo se refiere a otra más lejana. Es muy importante saber dónde hacer la separación de las mismas.

Se compara Jeremías 50 y 51 con Apocalipsis.


 


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Estimado amigo, muchas veces la profecía bíblica entrelaza eventos cercanos con eventos de un futuro lejano, sin indicar el cambio de época. Y a veces, también, una profecía cercana, al mismo tiempo se refiere a otra más lejana. Es muy importante saber dónde hacer la separación de las mismas.

Encontramos este caso en los capítulos 50 y 51 del libro de Jeremías. Por un lado se habla de un cumplimiento cercano de la profecía: la conquista de Babilonia por los medos y persas en el año 539 antes de Cristo. Y por otro lado, también se predice un cumplimiento de la profecía en un futuro lejano.

Es interesante que Jeremías, en estos dos capítulos, se ocupe intensamente del tema de Babilonia, y que también en el Apocalipsis de Jesucristo, el último libro de la Biblia, se dediquen dos capítulos al tema de Babilonia.

En los dos programas anteriores hemos comparado varios puntos. Hoy nos toca los 3 puntos restantes, número 10 a 12.

Número 10 entonces: 

Cuando leemos Jeremías 51:45-46, ¿no nos hace pensar en la actual situación en Irak? Allí dice: „Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová. Y no desmaye vuestro corazón, ni temáis a causa del rumor que se oirá por la tierra; en un año vendrá el rumor, y después en otro año rumor, y habrá violencia en la tierra, dominador contra dominador.”

Después de diferentes olas de huidas de judíos de Irak, quedaron en el otoño de 1990, es decir, poco antes del comienzo de la Guerra del Golfo de 1991, sólo 150 judíos allí, los cuales también abandonaron el país en los años siguientes. A esto siguió la primera y la segunda Guerra del Golfo, y hoy tenemos en Irak una situación parecida a la descrita en el versículo 46: rumores, violencias, terrorismo y luchas por el poder. Parece como si el ataque de los aliados contra Irak hubiera anunciado la última etapa de nuestra historia.

 

Número 11.

„Los cielos y la tierra y todo lo que está en ellos cantarán de gozo sobre Babilonia…” (Jer. 51:48) – cuando ésta sea destruida. Encontramos el versículo paralelo en Apocalipsis 18:20: „Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en ella.”

12. „Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates, y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos” (Jer. 51:63-64). Y en Apocalipsis 18:21 leemos: „Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada.”

Considero que estos pasajes paralelos coinciden tan claramente, que podemos afirmar que habrá todavía una última Babilonia al final de los tiempos.

Los capítulos sobre Babilonia nos muestran con claridad que uno no se puede burlar de Dios. Nos muestran con gran seriedad que el Señor es y siempre será el Dios de Israel y que Él lucha a favor de Su pueblo, a través de todas las generaciones.

Esto lo tuvieron que experimentar tanto el Imperio Asirio como el Babilónico, y además innumerables pueblos y reinos más. Lo experimentó el imperio nazi, y también lo tendrá que hacer el último imperio anticristiano.

La razón de la caída de Babilonia está indicada, entre otros pasajes, en Jeremías 50:24: „… fuiste hallada, y aun presa, porque provocaste a Jehová.”

¿Por qué provocó al Señor? Porque Él es y siempre será del Dios de Israel. Aquí vemos lo validez del siguiente principio: „Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: … el que os toca, toca a la niña de su ojo” (Zac. 2:8; comp. también Sal. 83:3-4). Dios se identificó de tal manera con Su pueblo que el que hiere a este pueblo, hiere a Dios. Y luego viene Su juicio.

En Jeremías 51:35-36, Dios lo dice de esta manera por boca del profeta: „Sobre Babilonia caiga la violencia hecha a mí y a mi carne, dirá la moradora de Sion; y mi sangre caiga sobre los moradores de Caldea, dirá Jerusalén. Por tanto, así ha dicho Jehová: He aquí que yo juzgo tu causa y haré tu venganza…”

Una y otra vez se menciona la venganza del Señor contra Babilonia a causa de Su pueblo Israel (comp. por ejemplo Jer. 50:11-13,15,17-18; 51:5-6,11,24,35-36,51-52,56).

Aunque Israel, conforme a su estado no corresponda a su vocación, según su elección sigue siendo el pueblo elegido de Dios. Esto lo tendrían que tener presente todas las naciones y también la Iglesia, en este tiempo en que existe tanta enemistad contra Israel. Pues Romanos 11:28-29 dice: „Así que en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de vosotros; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de los padres. Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.” Por eso, también nosotros debemos tomar a pecho las siguientes palabras: „Acordaos por muchos días de Jehová, y acordaos de Jerusalén” (Jer. 51:50). Aquí vemos la unión o identificación del Señor con Israel. El que piensa en el Señor, también tiene que llevar en su corazón a Israel.

El Redentor de Israel es fuerte

El que lucha contra el Señor, siempre sucumbirá y todo le saldrá mal. El que no está de Su lado, se encuentra del lado equivocado. Pero el que está del lado de Dios, también tiene que estar del lado de Israel.

El profeta Jeremías lo dice así: „El redentor de ellos es el Fuerte; Jehová de los ejércitos es su nombre; de cierto abogará la causa de ellos para hacer reposar la tierra, y turbar a los moradores de Babilonia” (Jer. 50:34; comp. Ap. 18:8). Este Redentor no es otro que el Señor Jesús, quien es anunciado en Isaías 9:5 con este nombre: „Porque un niño nos es nacido… y se llamará su nombre … Dios Fuerte…” Y a través de su profeta dice: „… y conocerá todo hombre que yo Jehová soy Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob” (Is. 49:26).

El Salvador que nació en Belén, es el Redentor de Israel. Y en Su regreso, lo comprobará: „Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová” (Is. 59:20). „…luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad” (Ro. 11:26; comp. Jer. 50:19-20; 51:5,10,19).

Un descubrimiento atemorizador

En Jeremías 51:58 leemos: „… en vano trabajaron los pueblos, y las naciones se cansaron sólo para el fuego.” El profeta Habacuc describe la caída de Babilonia y el regreso del Señor con palabras similares: „¡Ay del que edifica la ciudad con sangre, y del que funda una ciudad con iniquidad! ¿No es esto de Jehová de los ejércitos? Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano. Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Hab. 2:12-14).

Todas las inversiones que las naciones hagan en la última Babilonia anticristiana, todas las fuerzas políticas que empleen en ella, todo el desarrollo que logren y todos los esfuerzos que hagan, todo será en vano. Al final sólo quedará dolor y lamentación, pues la Palabra dice: „… y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio” (Ap. 18:8-9).

Esto es lo que caracteriza una vida sin Jesús. Al que cree poder ganarse el cielo por sus propios esfuerzos, y no se apoya por la fe únicamente en el sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz del Gólgota, no le quedará nada más que lamentarse eternamente. Sólo lo que todavía tengamos con nosotros un minuto después de nuestra muerte, tiene un verdadero y eterno valor. Si lo que tenemos es a Jesús, lo tendremos todo. Si loque tenemos no es a Jesús, no tendremos nada.

Por eso, ¡que las palabras dirigidas aquí a Israel, se cumplan también en tu vida!: „En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será buscada, y no aparecerá; y los pecados de Judá, y no se hallarán; porque perdonaré a los que yo hubiere dejado” (Jer. 50:20).

Todavía vives, todavía no has muerto. ¡Permite que Dios perdone tus pecados, y entonces nunca más aparecerán, pues tu Redentor es fuerte!

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