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Titulo: “¡Jesús viene! ¿Estás listo?” 4/4
 

Autor: Marcel Malgo 
Nº: PE1047

¿Qué es lo que emana de ti,? ¿Eres sal en esta tierra, una luz en este mundo oscuro? ¿O te comportas como en aquel entonces la reina Vasti, –  de manera que tú, si el Señor viniera hoy, “sufrirías pérdida”, es decir, perderías tu “corona”?

 


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“¡Jesús viene! ¿Estás listo?” 4/4

Queridos hermanos y hermanas, amigos. ¿a quién debemos nuestra gloriosa posición y alta vocación? ¡Al Señor Jesucristo! El nos rescató a ti y a mí y nos hizo reyes y con esto nos coronó. ¿Cuál es, por lo tanto, nuestra primera y más importante tarea? La respuesta es: ¡Vivir, delante del mundo visible e invisible, una vida que honre solamente a nuestro Señor y Salvador! Nuestra vida debe ser un testimonio claro de lo que Jesús hizo en nosotros. El nos glorificó y nos colocó en una posición muy alta, que nunca habríamos podido alcanzar.

En el Sermón del monte, el Señor Jesús nos dijo claramente cómo debe ser nuestra vida después de la conversión y para qué estamos en este mundo: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no puede ser escondida. Tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero; y así alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, de modo que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”

Creo que Jesús quiere decir simplemente que nosotros Lo anunciamos como el Rey de reyes en este mundo oscuro mostrando al mundo el hecho de que somos hijos de Dios por regalo de Dios, mostrándole con esto la dignidad real que tenemos. El mundo debe ver por tu manera de vivir y por tus palabras que realmente has llegado a ser un hijo de Dios. ¡El ser hijos de Dios es un poder! En 2 Corintios 3:3, Pablo escribe al respecto: “Es evidente que vosotros sois carta de Cristo…” Y en 2 Corintios 2:15 dice: “Porque para Dios somos olor fragante de Cristo…” Ya Abraham era tal olor fragante para Dios. No tenía puesto ningún rótulo diciendo: “Yo soy un príncipe de Dios”, sin embargo, los hijos de Het le dijeron “Escúchanos, señor nuestro: Tú eres un príncipe de Dios entre nosotros…” Abraham testificó por su vida y sus palabras que verdaderamente era un príncipe de Dios.

¿Qué es lo que emana de ti, estimado amigo? ¿Eres sal en esta tierra, una luz en este mundo oscuro? ¿O te comportas como en aquel entonces la reina Vasti, – como lo hemos escuchado en el programa pasado – de manera que tú, si el Señor viniera hoy, “sufrirías pérdida”, es decir, perderías tu “corona”?

Examinemos ahora todo a fondo y preguntémonos: 

¿Cuál fue, en realidad, la razón por la cual Vasti se rehusó a obedecer?

Encontramos la respuesta a esto en Ester 1:9

En Ester 1:9 leemos.: “También la reina Vasti hizo un banquete para las mujeres en el palacio real del rey Asuero.” Mientras el poderoso rey Asuero hizo un gran banquete para todo el pueblo en el palacio de Susa, la reina Vasti estaba ocupada con su propia fiesta. Por eso no estaba en condiciones de seguir el llamado del rey.

¿No es justamente éste también tu problema? ¿No tienes también tú citas, fiestas y términos que cumplir, no estás también tú absorbido por muchas cosas, de manera que muchas veces o siempre te falta el tiempo para la comunión personal con Jesús? Considera esto: Según la medida en que has tenido comunión con Jesucristo en tu vida terrenal, El también estará junto a ti en la eternidad.

Pero muchos hijos de Dios están tan absorbidos por sí mismos que, en realidad, no son mejores que la reina Vasti o que aquellos que tenían todo tipo de evasivas cuando fueron invitados para la gran cena, como lo leemos en Lucas 14:16-20: “Pero él le dijo: Un hombre hizo un gran banquete e invitó a muchos. A la hora del banquete envió a su siervo para decir a los invitados: Venid, porque ya está preparado. Pero todos a una comenzaron a disculparse. El primero dijo: He comprado un campo y necesito salir para verlo; te ruego que me disculpes. El otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me disculpes. El otro dijo: Acabo de casarme y por tanto no puedo ir''. En el versículo 24 leemos la terrible consecuencia de esto: “Pues os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron invitados gustará de mi banquete.”

Escucha: Estás invitado, no solamente para ser eternamente salvo, sino también para recibir la corona, la recompensa; ella está lista. Pero quizás seas una persona que tiene muchas disculpas, solamente para no tener que cumplir con la obediencia de fe que se espera de ti, que el Señor Jesús espera de ti. Si es así en tu vida, la invitación será retirada: la corona, o sea, la recompensa, será quitada.

Para terminar, leamos todavía en este contexto 2 Pedro 1:10-11: “Por eso, hermanos, procurad aun con mayor empeño hacer firme vuestro llamamiento y elección, porque haciendo estas cosas no tropezaréis jamás. Pues de esta manera os será otorgada amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” Podríamos preguntarnos: Bueno, ¿qué es lo que todavía debe ser hecho firme? Estoy convencido de poder decir, en el margen de nuestro tema, que este “procurad aun con mayor empeño hacer firme vuestro llamamiento y elección”, se trata de la recompensa, o sea, de la corona. Si he llegado a ser un hijo de Dios por la fe en Jesucristo, entonces también soy eternamente salvo. Esto nadie me lo puede más robar. Pero cuando dice: “…hacer firme vuestro llamamiento y elección”, esto significa que aquí en la tierra tenemos que vivir de manera que no perdamos la corona, o sea, la recompensa, la cual, como ya hemos dicho, fue preparada para nosotros juntamente con la salvación, ya antes de la fundación del mundo, por la sangre de Jesucristo. “Pues de esta manera os será otorgada amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Pedro dice en otras palabras: ¡Haz firme tu llamamiento y elección! ¡Ocúpate en no perder la corona! Pues así no solamente irás al cielo, sino que también tendrás “amplia entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. Esta “amplia entrada” significa el obtener la recompensa, o sea, la corona.

¡Jesús viene! Cristiano, ¿estás listo – no solamente para ser arrebatado, sino también para recibir la recompensa o corona de la mano de Dios?

Deseo que así sea!

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