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Titulo: “La actualidad de la antigua profecía” 1/4
 

Autor: NorbertLieth 
Nº: PE1032

En la vida de Jefté vemos cómo una historia antiquísima refleja su sombra profética sobre la actualidad y cómo la Biblia, siendo escritura profética, sigue siendo un libro actual digno de ser leído.

 


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“La actualidad de la antigua profecía” 1/4

Querido amigo, en la vida de Jefté vemos cómo una historia antiquísima refleja su sombra profética sobre la actualidad y cómo la Biblia, siendo escritura profética, sigue siendo un libro actual digno de ser leído.

En Jueces 11:5-12 leemos: “Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob; y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón. Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción? Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Por esta misma causa volvemos ahora a ti, para que vengas con nosotros y pelees contra los hijos de Amón, y seas caudillo de todos los que moramos en Galaad. Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo? Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices. Entonces Jefté vino con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo eligió por su caudillo y jefe; y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa. Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?”

Ahora bien estimado amigo, veamosla evolución de la fe de Jefté

En la Biblia Jefté es contado entre los héroes de la fe. O sea que está en aquella lista de héroes, acerca de los cuales está escrito: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”. El testimonio de Dios selló la vida de Jefté. El creyó en el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Confió plenamente en la palabra de Dios y en sus promesas, y sintonizó su vida conforme a esto. ¿Tenemos el testimonio de la fe en nuestra vida?

En la batalla contra los enemigos de Israel Jefté no se apoyó en su propia fuerza, sino en la fuerza y la victoria del Señor: “Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí …?”. Las mismas personas engañosas que lo habían despreciado y echado lo quieren convertir, ahora, en héroe. Cuando buscaron caerle en gracia, para que él les ayudara en la lucha contra los amonitas, no mencionaron en ningún momento al Dios de Israel, también excluyeron a Dios. Los ancianos de Galaad apostaron a la habilidad humana, a la valentía y el heroísmo. Jefté, en efecto, era valiente (versículo 1), pero eso de ninguna manera aseguraba el triunfo. Él mismo se apoyó completamente en el Señor: “Si … Jehová los entregare delante de mí …” Esto demuestra en quién creía y en quién confiaba. A pesar de que Jefté era un héroe valiente, no edificó sobre su propia fuerza sino sobre el Dios todopoderoso.

Estimado amigo, ¿Cómo planifica usted? ¿Cómo organiza su vida? ¿Cómo pelea la batalla diaria en su vida? Por lo general, sucede que en las áreas en las que somos buenos no incluimos a Dios. Pero justamente allí donde somos fuertes deberíamos depositar nuestra confianza en él, siendo conscientes que sin él no podríamos hacer nada de duración eterna (Juan 15:5).

Jefté incluyó a Dios en todo lo que hacía: “… Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa”. Este hombre vivía con Dios.

Vivir delante del Señor y con el Señor, permanecer delante de él como Abraham, Elías y Eliseo; hablar delante de él, moverse delante de él y caminar con él, eso es calidad de vida: “A Jehová he puesto siempre delante de mí” dice el salmista (Salmo 16:8).

Jefté tomó en serio su posición: “Y envió Jefté mensajeros al rey de los amonitas, diciendo: ¿Qué tienes tú conmigo, que has venido a mí para hacer guerra contra mi tierra?”. Ni bien fue constituido general de Galaad, Jefté se identificó plenamente con esto y, en cuanto a Israel, la consideró su tierra. Tomó muy en serio su trabajo y se atribuyó inmediatamente toda la responsabilidad, poniendo todo el empeño para que el asunto progresara.

Jefté conocía la Biblia. Sabía acerca de la historia bíblica de Israel y sus causas le eran conocidas: La salida de Egipto, el éxodo por el desierto, el encuentro de Israel con Edom, Moab y Amón, la historia de Balac, etc. Jefté estaba informado acerca de la Biblia. Podía remitirse a ella y así lo hizo, de manera que pudo argumentar con ella. Era su fuente de poder y él confiaba que aquel Dios que había auxiliado a Israel en su salida de Egipto, dándoles el triunfo, sería el mismo ahora. Jefté tuvo fe en el Dios de Israel y en que la historia de su pueblo no acabaría (vers. 27).

Jefté poseía valentía y fe, y sabía que el Señor, a diferencia de los ídolos, es el juez supremo. Si en el pasado Israel hubiese reaccionado, argumentado y creído de esta manera, seguramente su situación habría sido mejor.

Pero, ¿qué sucede con nosotros?: ¿Realmente nos apoderamos de los territorios sobre los cuales Dios nos dio la victoria? ¿O con el pasar del tiempo hemos vuelto a ceder algún territorio espiritual a la carne, al pecado y al diablo?

Jefté era un hombre al que el Espíritu de Dios podía colmar. Tres veces aparece en este contexto el verbo “pasar”. “… los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. El que está colmado por Espíritu Santo “pasará”, estará de camino, no tendrá estancamiento; ése perseguirá la santificación y peleará la batalla de la fe.

Jefté tomó en serio lo que le prometió a Dios (Jueces 11:30-35). A pesar de que hizo un voto apresurado, cargó más tarde la consecuencia y se mantuvo firme a su palabra. – Qué rápido decimos algo, o elevamos oraciones de súplica prometiendo alguna cosa, pero cuando cuando llega el momento de cumplir lo prometido ya hemos olvidado muchas cosas, y ya no lo vemos con tanta seriedad.

Jefté tenía una buena relación familiar. Su hija se alegró por el regreso de su padre y estuvo de acuerdo con su voto. Por la educación recibida de su padre, ella estaba instruida en los asuntos de Dios, tenía una relación estrecha con él, y lo alababa.

Como Dios había prohibido expresamente el sacrificio humano, es de suponerse que Jefté no mató a su hija sino que la guardó en celibato; ella no pertenecería a ningún hombre, sólo a Dios.

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